Hemos pasado la noche en un camping socialista, que se parece a todos los demás. Sus instalaciones son viejas, pero están decentemente conservadas, y he conocido campings peores. Sus administradores son una familia que pasa las veladas nocturnas en alegre tertulia en el porche de su vivienda, cantando, hablando, tocando una guitarra...
Está situado a la orilla de un hermoso lago en el que se pueden practicar varios deportes acuáticos.
Pero lo realmente curioso es el nombre que, en un día no muy lejano de glorioso socialismo y en solidaridad con las naciones oprimidas por el capitalismo colonialista, se les ocurrió ponerle a estas instalaciones: "Camping Camerún".
El día anterior, llegando al camping, hemos visto el edificio de un gran hotel muy cerca de aquí. Se nos ocurre que sería una saludable idea irnos hasta él para intentar regalarnos con un buen desayuno de cafetería, lo que en aquel momento se nos antoja sublime, y así lo hacemos.
Por lo que hemos podido percibir, en una visita nocturna a esta pequeña ciudad, Waren es un centro industrial de primer orden; hemos visto numerosos edificios de viviendas típicos de los barrios de obreros, e instalaciones fabriles en la periferia.
El "Querido Lider" de la RDA, Eric Honnecker |
Reina en él un cierto aire de decadencia. Si cualquier Hotel que no haya sido remozado desde hace treinta años ofrece ese cierto aspecto trasnochado, en éste, en donde se ven por todas partes los signos -que no han podido todavía ser borrados u ocultados- de su pasado esplendor socialista en símbolos, consignas, banderas, gloria a la revolución, etc., esa decadencia se hace mucho más patente.
Los grandes comedores son atendidos por jóvenes camareras, con sus uniformes blanco y negro impecables, hembras rubias, teutonas hijas de la madre patria. En el fondo el Estado de la RDA seguía cultivando aspectos de aquello que tanto combatieron, las maneras, gustos y devociones de los nazis, en lo referente a la raza, a la patria, al estilo y gusto un tanto clásico.
Nos sentamos en una de las pocas mesas libres de la enorme sala, llena en aquel momento de la mañana de recién despertados funcionarios en vacaciones, con sus rubicundas familias, y se nos acerca una camarera que muy respetuosamente nos pregunta que deseamos. "Desayunar", es nuestra lacónica y poco comprometida respuesta.
Nos sirven un variado desayuno continental y, al terminar, nos preguntan algo que ya estaba yo temiendo: el número de habitación. "De aquí a un calabozo", pienso, a esta gente no la saques de su rutina. Si no estamos alojados aquí dentro, van a creer que intentamos gorronearles el desayuno.
Le encomiendo a Quim la tarea de explicarles el asunto. Efectivamente, cuando le decimos a la camarera que no tenemos habitación, su gesto de sorpresa y de confusión no me hacen presagiar nada bueno.
Afortunadamente, la Jefa -a la que llama de inmediato la camarera, que parece estar aun más avergonzada que nosotros-, entiende con esmerada profesionalidad, algo que resulta evidente: aunque no estamos alojados, ello no quiere decir que no queramos pagar nuestro desayuno.
Muy amablemente, con una sonrisa que me devuelve a una plácida digestión de las tostadas con mantequilla, nos extiende una nota para que le paguemos el importe, muy razonable por cierto. Mutuas sonrisas cierran la liquidación de nuestra deuda con el, todavía en cierto modo vigente, aparato del Estado.
Eric Honnecker y Gorbachov a su lado. Pero ya se mascaba la tragedia....para la RDA |
Antes pasamos por un pueblo, en el que nos detenemos un rato para palpar el ambiente que aún se vive en pleno corazón de la Ex-República Democrática Alemana.
Porque es evidente que un país no se transforma de la noche a la mañana. Y más si el principal condicionante es la economía. Se sabe que los alemanes orientales disponían de dinero ahorrado, ya que les era difícil gastárselo por la falta de artículos de consumo que comprar.
Por eso, desde el momento en que pudieron trasladarse al Oeste, o mejor, si el Oeste se está trasladando a aquí, con toda su parafernalia de consumismo, no es extraño que comenzaran a comprar todo lo que hasta ahora no podían conseguir.
Y por ello el primer e inmediato negocio que se implantó fue la venta del artículo más paradigmático del capitalismo: el coche. Pero no un automóvil como el que ellos mismos se fabricaban y consumían, el Watburg o el simbólico Travant, un auténtico cacharro, lento, pequeño, mal equipado, ruidoso y cuyo motor de dos tiempos exhala un abundante humo. No, ellos estaban ya hartos de ese vehículo, que hoy, casi un año después de la reunificación, todavía es mayoritario en estas carreteras.
Un Watburg, que con el trabant copaban el parque automovilístico de la Alemania del Este. |
Es frecuentísimo ver por sus carreteras multitud de negocios de venta de automóviles, bien en solares (si es dentro del casco urbano) o en simples prados (si es en plena ruta). Un acotado provisional, una caseta para formalizar el papeleo, y la exposición de los coches, al aire libre. Negocios con un aspecto más provisional, solo los he visto en nuestras ferias rurales, como los puestos de rosquillas o de ganado. Algo así.
Me comenta Quim que de Tenerife salen expediciones de coches, recogidos a clientes que adquieren un nuevo vehículo y que en las islas ya tiene mala salida como segunda mano, que se dirigen a Alemania del Este.
Paseamos por una pequeña localidad; sus calles adoquinadas y sus casas, viejas y mal pintadas, contrastan notablemente con lo que hemos visto en el resto de Centro Europa, en Holanda, en la propia Alemania.
Otra gran mentira: Kornelia Ender, recordwoman mundial de natación |
Apenas hay comercios, realmente no hay, y destacan poderosamente los que se están instalando venidos del oeste, por el lujo y presentación de sus instalaciones, en medio de la carroña urbana que les rodea. De noche, con la pobre iluminación de sus calles, ya resulta patética la cosa. Más que patética, lúgubre.
Desde luego, muy engañada tenían a esta gente, o muy bien sometida, para vivir de esta forma sabiendo que sus compatriotas del otro lado del muro, trabajando igual o quizás menos, disfrutaban de un nivel de vida tan superior al suyo.
La mayoría de estas fachadas presenciaron, sin duda, el paso del ejército alemán camino de sus primeras batallas en la Segunda Guerra Mundial.
Son las once de la mañana, y apenas se ve gente por las calles, el pueblo parece estar vacío.
Como aquí hay poco que ver, y queremos llegar pronto a Berlín, dejamos este ambiente en el que se respira tanta decadencia y entramos en la Autopista, en dirección sur.
Hola Carlos,
ResponderEliminarMuy acertadas las imágenes para ilustrar este post. Me imagino el alivio al salir indemnes de ese arriesgado desayuno...jeje Hace poco había leído no recuerdo donde un interesante articulo sobre el todo este asunto relacionado con ese digamos sentimiento de culpa que tenia cierta generación de alemanes. Por un lado quienes lo vivieron y dijeron no saber nada sobre la barbarie que se cometió en los campos nazis y por otro lado los hijos de esa generación que siempre tuvieron miedo a preguntar a sus padres por ello.
Desde la ignorancia sobre el tema una pregunta, ¿cuando esta gente barría en las piscinas era sabido el asunto? ¿se sospechaba de ello?
Un saludo!
El pueblo alemán estuvo sufriendo durante el siglo XX, desde 1914, hasta 1989, en que se reunificaron las dos alemanias. Muy mal lo tiene que haber pasado.
EliminarEn cuanto al doping de las nadadoras alemanas, siempre fue sospechosos que solo destacaran las chicas, y mucho menos los chicos. En España trabajó unos años en los noventa uno de los entrenadores de aquella época, pero nunca contó nada y nadie se atrevía a preguntarle. Pero ya en los ochenta poco a poco se fue sospechando cada vez más que, aquellos éxitos, eran producto del entrenamiento y de algo más. No había que ver más que los cuerpos de aquellas mujeres, como este de la foto de Kornelia Ender.Se cuenta que llegaba Eric Honnecker al Centro Nacional de Entrenamiento, y se reunía con los entrenadores para exigirles resultados deportivos. Y los entrenadores, ante las veladas amenazas del Jefe del Estado, hacían lo imposible. Luego las chinas quisieron hacer lo mismo, pero ya se les echó todo el mundo encima y tuvieron que parar.Lo que les daban eran drogas que hoy en día serían ya muy primitivas, hormonas masculinas y similares, pero que se notbana muchísimo, pero había cierta indiferencia en este tema, hasta que empzaron a abusar, se generalizó el tema, muirio gente (la chica americana que ganó en Seul los 100 lisos) y el Comité Olímpico se puso serio. Pero era algo que hacía muchos años que venía sucediendo en ciclismo, muertes incluidas en plena carrera.
Hoy en día, todos los deportistas, en especial los de élite (hablo de los españoles) sufren inspecciones sorpresa constantemente y tienen que estar localizables 24 horas al día, 365 días al año, para pasar esas inspecciones. Y en los Campeonatos de España entre los finalistas de cada prueba les toca a varios pasar el control antidopaje.
Muy agradecido por la explicación Carlos, un abrazo!
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