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14 de septiembre de 2015

LAS MENINAS DE CANIDO




        Este “post” me parece un obligación para cualquier persona que cumpla tres condiciones: tener un blog, vivir en Ferrol y apreciar debidamente la cultura.
Llevaba tiempo preguntándome el porqué del éxito de las Meninas. Y atisbaba sus razones, pero aun no conseguía entenderlo bien. Ese fenómeno tan peculiar, tan singular.

Mucho colorido y motivos pictóricos variados
Y quizás no sea “éxito” la palabra adecuada para definirlo. Más bien es “triunfo”. El triunfo del arte, de la cultura, de lograr belleza en donde solo veíamos fealdad, y del amor, amor por el barrio en el que vives.
He caminado por sus humildes callejuelas, en las que sencillos edificios primorosamente cuidados se alternan con otros totalmente en ruinas. Curioseando por aquí, o por allá, me he deleitado con las obras de muchos artistas de todos los calibres que han puesto todo su corazón en un trozo de aquellas paredes casi en ruinas, consiguiendo que su fealdad se convierta en un hermoso lienzo, como si por allí hubiese pasado un ángel.

Originalidad, muchas veces, en el tratamiento de los temas
Otra lección que recibimos los visitantes es que estas obras, algún día, irremediablemente desaparecerán. Su pintura queda obligada a pagar un tributo al inevitable paso del tiempo. Porque también nos recuerda que su trabajo será tan efímero como el propio pintor, al que de antemano ya sabemos que, incluso, no le va a sobrevivir.
Esas casas, bonitos ejemplos muchas de ellas de una arquitectura tradicional en las que se demuestra además que una mano amorosa de pintura puede hacer milagros, se alternan con otras en las que la decadencia es toda una razón para subsistir, para realzar el llamativo contraste con las anteriores.
Esta originalidad, cuando se une a la genialidad, da verdaderas obras de arte mural callejero.
Eduardo Hermida, el acertado promotor de esta idea, nos ha demostrado que el ser humano es capaz de insuflar alma en cosas inanimadas solo con el soplo suave de un pincel plagado de colores. Cómo de la humildad de unas tristes paredes despintadas de despreciable apariencia, solo con amor (y un poco de pintura y unos pinceles) puede nacer el noble orgullo de la la propia superación. Cómo -en definitiva- uno debe aprender a superar la adversidad, y que siempre es posible mejorar si nos lo proponemos.

No falta el surrealismo

Esta imagen, que a mí me pareció agradable, ha sufrido el vandalismo de algún enemigo, bien del autor, de la obra, o del arte. Me dio mucha pena. 

La originalidad y la genialidad aquí se subliman. Aunque no lo parezca, ésta también es una "menina". Pero hay que fijarse bien...

Cuando la gente de este barrio humilde ha comprendido esta magnífica lección de Eduardo, es cuando “las Meninas” han logrado su principal objetivo, su éxito maravilloso y multicolor. Pero no fue fácil, como el propio Hermida reconoce.


¿Nos morderá?

El colorido, casi siempre, regocija la vista y da la alegría que necesitamos.


















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