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Pero antes me acerco a la ventana
porque se me acaba de ocurrir una idea un tanto peregrina. ¿Seré capaz de
adivinar cómo están las olas, por las señales que, cuando no había ni Internet,
ni cámaras web, ni windguru, nos daban una idea aproximada? Voy a probar. Pero,
¿me acordaré? Porque, en los tiempos actuales, es tan sencillo saber de
inmediato qué viento hay, con qué fuerza, qué tamaño de ola, su dirección y
período…Se ha perdido el encanto de averiguarlo con tus propios conocimientos
del mar, de las nubes, la dirección de la que viene el viento, y otros indicios a
veces muy curiosos y singulares.
Lo primero, mirar al cielo. ¿De dónde
vienen las nubes? Veo correr unas cuantas, claramente, que vienen del suroeste.
Son de un blanco normalito, poco espesas y no muy abundantes. Pero, de pronto, me quedo
perplejo, porque veo otras que por encima de las anteriores se mueven
lentamente del este-sureste al noroeste, o sea, hacia el mar. Desde mi ventana
se ve la superficie de la ría, y en ella adivino como una brisa, más o menos
del norte, riela la superficie suavemente. Bajo enseguida a la calle a
comprobarlo y, ¡no puede ser! Al mirar en dirección norte noto, efectivamente, una
suave frescura que me sopla en la cara. ¡Esto es para volverse locos, tres
direcciones de viento!
Bueno, la verdad es que hoy se daban
unas circunstancias un tanto especiales. Pero, ¿qué viento era el importante?
Sin duda el de superficie, y éste era el que me había dado en el rostro. Brisa
del norte.
Subí de nuevo y abrí el periódico en
la página en la que se ve el mapa de isobaras y la foto de sátelite, y me dio
una posible explicación. Por un lado, un centro de bajas presiones cerca de
nuestras costas nos enviaba vientos del oeste-suroeste, todo lo cual se veía en
la foto, en la que una masa de nubes flotaba sobre el atlántico y que nos hacía llegar ese aire del suroeste, húmedo y fresquito. Pero, en las fechas en las
que estamos, sobre el mediodía sube la temperatura diurna y comienza a
fluir el viento típico de la comarca, especialmente en verano: el nordés, ó
nordeste. Como fruto de la interacción, del encuentro de ambos, se produce
otro flujo de aire, más a ras de superficie, que viene a ser una componente de
los anteriores y seguramente del tipo de las brisas térmicas tan típicas en
verano, cuando el nordés no es muy fuerte. Y ese viento en definitiva viene del
mar, simplemente, o sea del norte-noroeste.
Consecuencia de todo lo anterior, supe
que habría olas desordenadas, con períodos tirando a cortos (o como decíamos
antes, demasiado seguidas para ser de calidad) y peinadas al revés, desde el
mar.
Total, que subí a casa, guardé de nuevo la tabla, y me dispuse a ver el telediario cómodamente en el sofá.
Total, que subí a casa, guardé de nuevo la tabla, y me dispuse a ver el telediario cómodamente en el sofá.
No te quedes hoy viendo el telediario Carlos.......
ResponderEliminarLa cosa ha cambiado.
Mar ordenado y sin viento periodo entre olas mas largo y las olas con menos de la mitad de tamaño.
Lo presiento por las nubes el aire y.......porque lo veo atraves de mi ventana.
Saludos y felicidades por el blog
Tomo nota y procedo en consecuencia, ja, ja.
EliminarY muchas gracias por tu felicitación.
Un abrazo
Que tal Carlos!
EliminarMe ha encantado la explicación, yo soy incapaz de leer las señales de la naturaleza...jeje Ayer por aqui la cosa estaba algo desordenada, pero salio un baño chulo.
Al ver la sección meteorologica de La Voz de Galicia me estaba acordando de algo que lei ayer, fue lo del concurso del Audi. No se si lo leiste pero me parecio la mar de entrañable lo de Americo con sus 88 años. Cuando mencionaba lo de su viejo Renault 9 y como el mismo hacia los cambios de aceite y demas pensaba en lo complicado y a veces imposible que resulta en los coches actuales realizar cualquier cosa, vamos, que para cambiar una bombilla tienes que ir al concesionario...
Pues nada Carlos, como siempre un gustazo el leerte, que tengais un buen finde, saludos!
No había leído la entrevista al ganador del coche. Efectivamente es un personaje curioso, me hace gracia cuando dice, al subirse al coche: "Empeza a boa vida". También me hizo gracia que cuando supe a quién le había tocado yo pensé: seguro que se lo regala a un hijo. Y mi sorpresa fue que se lo quedó él, ja, ja.
ResponderEliminarPero ha sido entrañable, porque el hombre ya llevaba 28 años con su renault 9, y se alegró de poder cambiarlo, gratis, claro.
Saludos y buenas olas (si las hay, claro)