Otro personaje famoso en la historia de este hito geográfico fue, curiosamente, un sacerdote italiano llamado Francesco Negri. Movido por una insaciable curiosidad de cómo sería la vida en latitudes tan inhóspitas para el ser humano, no dudó en lanzarse a la aventura de recorrer por tierra -en el siglo XVII- la enorme distancia que en el espacio, el tiempo, las costumbres y la forma de vida separaba Ravena, su ciudad natal, del Cabo Norte. Su espíritu viajero es perfectamente representativo del que tienen todos los turistas que actualmente llegan hasta el Nord Cape. El fue, sin duda, el primer turista del Cabo Norte.
Nació en 1624 pero tenía ya cuarenta años cuando decidió partir hacia el duro y desconocido Norte.
La curiosidad de cómo se desarrollaba la vida en condiciones tan difíciles, la larga noche invernal o el sol brillando constantemente durante el verano, el observar cómo se adaptaba el ser humano a convivir con las bajísimas temperaturas de estas tierras, todo ello suscitaba esa curiosidad que además, hasta el momento, ningún viajero había logrado satisfacer anteriormente.
Emprendió pues un largo camino que le llevó hasta Tornedalen, en el norte de Suecia, tratando de llegar a la costa del Finnmark por el interior de Laponia, aunque tuvo que desistir de su propósito de seguir esta ruta terrestre. Volvió a Estocolmo, en dónde por cierto participó en el rescate de algunos restos del naufragio del Vasa.
Al año siguiente viajó hasta Copenhague, después a Bergen y Trondheim, llegando a Ostrat en el otoño de 1664 en donde conoció a un personaje local que había estudiado en Italia en su juventud. Este trató de persuadirle de que pasase el ya muy próximo invierno en su casa, pero Negri decidió continuar su viaje. Estaba decidido a vivir un invierno en el Norte y renunció a la cómoda posibilidad que se le ofrecía, para satisfacer su inquietud viajera.
Así, utilizando el caballo y el barco como medios de transporte (realmente los únicos de la época) fue atravesando toda la costa occidental de Noruega, progresando en su ruta hacia el frío. En sus escritos nos describe lo que él iba viendo, pero quizás hubiera resultado más interesante saber que es lo que él mismo sentía, cuál era su estado de ánimo ante la soledad y el frío, compañeros constantes en su viaje. Iba siendo bien acogido por donde pasaba, pero si pensamos en las distancias y las dificultades que aun hoy en día tiene que sufrir el viajero en este recorrido, desde el Sur al Norte de Noruega, da escalofríos pensar en como lo hizo este italiano, en plena estación invernal y viajando completamente solo...
Pasarían sin duda muchas jornadas en las que no divisó ser humano alguno, lo cual da mucho tiempo para meditar, evidentemente.
Negri estaba no obstante bien preparado para resistir este viaje. Cuidaba su vestimenta, su alimentación y, en general, trataba de mantenerse en buen estado físico. A la escasa comunicación que podía encontrar había que añadir la dificultad obvia del idioma tan extraño para él que hablaban aquellas gentes (todavía no sabían inglés los noruegos...). Por eso sintió una enorme alegría cuando se encontró, ya casi llegando al Cabo Norte, en el pueblo pesquero de Kjelvik, en la isla Mageróya, a un presbítero que hablaba latín, con el que pudo conversar largo y tendido.
También hay que mencionar el hecho de que prudentemente solía ocultar su calidad de sacerdote católico, ya que en aquellos años la Reforma Protestante estaba en pleno vigor en aquellas regiones escandinavas, por lo que ya solamente por eso arriesgaba su vida.
"Estoy ahora en el Cabo Norte, sobre la costa exterior del Finnmark, y, podría decir, sobre el techo del mundo. Las regiones más al norte no están habitadas. Mi curiosidad está satisfecha, y deseo retornar a Dinamarca y, si Dios lo quiere, a mi país."
Son palabras extraídas de su libro "Viaje Septentrional", y son el testimonio más antiguo de la alegría y satisfacción que, posteriormente, muchos han experimentado en su visita a la frontera más septentrional de Europa.
Vuelto a Italia, trabajó durante años en su libro, que fue editado dos años después de su muerte, en 1700. A la edad de sesenta años, sintió de nuevo la inquietud de volver al Norte, para lo que pidió una ayuda financiera al archiduque de Toscana, que sin embargo se la denegó, frustrando sus nostálgicos deseos de repetir su gran viaje...
Louis-Philippe desembarca en las cercanías del Cabo Norte. |
Que tal Carlos!
ResponderEliminarInteresantes y didacticas estas entradas. A veces creo que todos estos personajes merecerian mayor reconocimiento, es una pena que descuidemos tanto la historia, de hecho creo que es una de las muchas licenciaturas que a dia de hoy y con la que esta cayendo tiene menos salidas. Ya que mencionas lo de que trataba de ocultar su condición de sacerdote católico, ¿tiene esto que ver con toda la lucha llevada a cabo por Cromwell en Inglaterra e Irlanda hacia los católicos? Te lo digo pues curiosamente el fin de semana pasado estuve viendo la peli de Cromwell (1970), para los britanicos es una figura respetable pero los irlandeses me temo que tienen otro concepto... Me encanta el 2º grabado.
Pues nada Carlos, mañana por cierto espero estar en Doniños para la limpieza, saludos!
No, no está relacionado con Cromwell. Éste fue una especie de regente que se otorgó poderes a sí mismo, además de los que ya tenía en su función de regente (o algo así) de la corona británica. Combatió a los católicos,británicos pero sobre todo los escoceses e irlandeses.
ResponderEliminarLo de Negri se refiere a la situación de división en Europa a que dio lugar la Reforma de Lutero, reforma que fue aceptada por los católicos germánicos y escandinavos, especialmente (los ingleses realmente pasaron de la Reforma aunque terminaron siendo protestantes a su manera, que era la de no aceptar la sumisión religiosa a Roma). Por eso, Negri, como sacerdote católico, digamos que recorría territorios muy hostiles a todo lo católico, y ya se sabe, siempre hay descerebrados...