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Fascinación por el mar |
Cuando con 23 años descubrí el surf,
es decir, cuando supe que un mortal como yo también podía conseguir una tabla,
una plancha, o una surfboard (que de todas esas maneras las denominábamos), y
que con ella iba a ser capaz de deslizarme sobre esas olas que me llevaban fascinando
toda mi niñez y mi juventud, me invadió una grata sensación, una sensación
anímica muy reconfortante y que me es difícil de describir. A veces quise
contarlo al hablar de los comienzos, pero nunca llegué a hacerlo. Ahora, con
calma, lo intentaré.
Mis padres fueron unos amantes de la
naturaleza, de las excursiones al monte en invierno y de las playas en verano,
pero de las salvajes y solitarias. En aquellos años, las pocas playas a las que
acudían los escasos amantes de los baños en el mar eran las que tenían poco o
ningún oleaje. Por eso, mis padres, buscando la soledad que tanto les gustaba elegían
arenales con mar bravo, con olas, en las que poder disfrutar de un total aislamiento,
en las que caminar por la arena húmeda y virgen sin huellas humanas, solo las
que tú ibas dejando. Sentirse como en una isla desierta…aunque con un poco de
imaginación, claro. Cercanas a Coruña, en donde vivíamos, estaban las de
Arteixo: Sabón, la Cueva
(a esta la llamaban Las Gafas, nunca supe porqué), Valcobo, Barrañán…Todas,
playas batidas por un constante y poderoso oleaje. Eso obligaba a mi padre a
tomar precauciones a la hora del baño y, aunque todos éramos buenos nadadores,
siempre nos inculcó el respeto al mar y la idea de que esas playas no eran para
nadar, sino para disfrutar jugando en las olas de la orilla, sin correr riesgos
innecesarios.
La de Las Gafas fue quizás la más
habitual para nuestras excursiones del verano, posiblemente porque para llegar
a ella había que caminar varios kilómetros desde Arteixo, en donde nos dejaba
el trolebús de Carballo, y por esta razón siempre estaba desierta.
Para mí fue una sorpresa cuando cuarenta
años más tarde convocaron una prueba de surf, en la que se inscribió mi hija
pequeña, en la playa de La Cueva,
o de La Salsa,
cerca de A Coruña, y al llegar descubrí que se trataba de mi vieja y querida playa
de Las Gafas. Y lo que más me sorprendió fue verla llena de gente. ¡Qué cambio
se había producido! Aunque las rocas, las pozas escondidas entre ellas para
bañarse sin oleaje, las grutas del acantilado, el rincón en donde nos poníamos
siempre para protegernos de la brisa, las olas que batían en el mar, todo
estaba igual. La naturaleza permanece inmutable. Casi inmutable. Porque esos cuarenta
años para la edad geológica de la playa no representan nada. El único cambio éramos
nosotros, los seres humanos que ahora abarrotábamos la arena con nuestras
toallas y sombrillas.
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"Nuestra" playa de Las Gafas, siempre el final feliz de un largo camino |
Cuando unos años más tarde de
aquellas excursiones familiares empecé a hacer surf, volví a rememorar todas aquellas
playas de mi niñez, y de pronto las contemplé de otra manera. Esas peligrosas
olas que había visto en ellas podían ser dominadas y cabalgadas, y eso abrió
ante mis ojos unas nuevas perspectivas de disfrute del mar que desconocía hasta
ese momento, y empecé a memorizar todas esas playas que estaban en mis
recuerdos para analizar cuáles de sus olas podían ser surfeables. Resultaba que
esas olas temibles se podían tratar de tú a tú, podías salir allí fuera, detrás
de los rompientes, para esperarlas y jugar divertidamente con ellas. Y ese
descubrimiento fue muy importante para mi concepto sobre lo que representaba el
surf. Y mentalmente volvía, una y otra vez, a recorrer todas las playas que
había explorado, buscando en mi memoria “esa ola maravillosa” que yo suponía
que tenía que estar en alguna parte.
En uno de los primeros artículos que
leí sobre el surf, había una frase que me quedó grabada en la mente para
siempre, por la gran verdad que encerraba: “Cuando un surfista llega a una
playa con olas, lo primero que va a hacer será, invariablemente, analizar sus
posibilidades de surfearlas”
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Las Gafas. Baño del grupo de amigos al atardecer |
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Las Gafas. Jugando en las olas. Todos, grandes nadadores, pero prudentes. |
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Las Gafas. El rincón, guarecido de los constantes nordestes del verano |
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Baño tranquilo en una piscina natural |
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Atardecer en Las Gafas |
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Playa de Barrañán |
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¿La reconocéis? Es Sabón, antes de la era industrial |
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Sabón, el lado norte |
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Una curiosa fotografía, la gruta de Valcobo |
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En aquellos tiempos los pescadores eran los únicos que frecuentaban estos arenales, y siempre en solitario.
TODAS LAS FOTOS SON DE LOS AÑOS SESENTA, REALIZADAS POR MI PADRE CON UNA CÁMARA DE FUELLE DESPLEGABLE DE DOCE FOTOGRAFÍAS. LOS CARRETES TENÍAN QUE DURAR MESES, POR LO QUE REALIZABA, CADA DOMINGO, UNA Ó DOS FOTOS A LO SUMO, Y ESTUDIANDO CON DETENIMIENTO TODOS LOS DETALLES DE LA FOTO ANTES DE DISPARAR.
Fotos: LEOPOLDO BREMÓN LLANOS |
Impresionante Sabón, qué pena...
ResponderEliminarUn saludo
Era una playa preciosa, con unas olas magníficas. Quizás como tal playa siga siendo buena, pero como paisaje y entorno ya no hay nada que hacer. Ya en aquellos años (1960), y fue lo primero que la comenzó a estropear, habían instalado en el lado sur una fábrica de harinas de pescado (creo que era), que lanzaba al arroyo que por ese lado salía, con unos olores horrorosos, que apestaban en toda la playa cuando los vientos venían del surf. Y después, ya sabemos lo que pasó. A ver si hago una pequeña entrada alguna vez con las desgracias que le cayeron a este magnífico arenal.
EliminarHola Carlos!
ResponderEliminarAgradables y bonitos recuerdos. Yo de pequeño lo pasaba muy mal en unos autobuses que teniamos aqui en Vigo para ir a la playa, les llamaban los "rusos", creo que por el color rojo de su techo. Al subir al autobus tenias que decirla al conductor a que playa ibas, dependiendo de la zona pagabas un billete u otro. Luego aquello era un verdadero infierno, ibamos literalmente como sardinas...jeje
Al leer tu nota final sobre tu padre me estaba intentando imaginar con que mimo deberia de tratar aquella maquina asi como la cuidadosa elección de los motivos a fotografiar, increible el contraste con nuestros dias, uno llega de la playa con 100 fotos en la tarjeta como si nada...
Lo dicho, gracias por compartir tus vivencias, un saludo Carlos.
La ventaja de acumular años es que también acumulas experiencias, vivencias, anécdotas...
EliminarLo que cuentas de los "rusos", más o menos era igual. La curiosa particularidad era que en mi caso se trataba de una línea de trolebús, (Coruña-Carballo).
Y respecto de las fotos, cualquier parecido con la actualidad es mera coincidencia, ja, ja. Era un poco más avanzado, el paso siguiente, a ir con los pinceles, un caballete y un lienzo a la playa para pintar un cuadro.
Por otra parte, encantado de compartir esas vivencias. Gracias a tí por leerlas.
Saludos
Que maravilla, que suerte que conserves esos recuerdos!.
ResponderEliminarSoy habitual de esas playas y pienso continuamente en como serían antes de todo lo que les hemos hecho, por lo que me he llevado una enorme alegría al ver esta entrada, sobre todo al ver Sabón... Sus olas siempre me parecieron las mejores de Coruña, con una gran variedad en toda su extensión, y la playa más constante a años luz de la demás, y sin embargo es la más castigada sin duda, y ahora con el puerto exterior casi le dan la puntilla, pero aún así sigue regalándonos días buenísimos, se resiste a sucumbir!
Gracias Carlos, necesitamos que los pioneros sigáis contándonos la historia del surf gallego!
La suerte te puedo asegurar que la tienes tú, que todavía estás edificando tus recuerdos, que algún día poseerás. No la desaproveches. Yo a veces me arrepiento de no haber hecho, por ejemplo, más fotos de entonces. Perro no las hacíamos porque todos queríamos estar en el agua, y nuestra novias no iban a la playa con nosotros y nos dejaban un poco por imposibles, ja, ja. Precisamente, las primeras fotos que tengo en Pantín me las hizo una novia mía por propia iniciativa, pienso que tuvo una inspiración divina. Yo, entonces, no les di mucho valor...
EliminarRespecto a Sabón, ha sido una playa muy castigada a pesar de que siempre ha sido la mejor de la zona. Pero mira Suevos, que era otra playita paradisíaca. O Bens, qué te voy a decir.
Muchas gracias por tus elogios y encantado de que haya quien valore estas historias.
En el mes de agosto pude sentir fuertes cambios en nuestro, fui testigo de algo maravilloso, las estrellas comenzaron a caer pero la energia de la vida pudo sostenerlas para que no perdieran completamente su brillo, los vientos parecian dejarse acariciar por una nina curiosa, al amanecer el sol nos ha dado una nueva oportunidad, vi despuntar un nuevo sol en el horizonte que nos abria una nueva dimension aun por descubrir. Y aqui estoy siguiendo mi camino, regalando amor al universo que me ha traido aqui, al lugar donde ahora me encuentro.
ResponderEliminarFue un maravilloso regalo que todos me han dado, lograron hacer que su energia enviada a mi se reflejara en el mar formando algunas luces de un blanco muy brillante, para asi despues comenzar a subir algunas como una nina traviesa lo hace sin pensar en que talvez pudiera estar haciendo lo incorrecto.
Mi mirada parecia enviar ondas al espacio y como si estas ondas con una estrella salida del mar a punto de ser puesta en el cielo, veo caer un rayo que atraviesa la invisible pero visible ante mis ojos la tela que sostenia la constelacion estelar, se desvanecia frente a mis ojos y no pude imaginar lo que sucederia al ver que tambien comenzaron a caer las estrellas perdiendo un poco de su fuego, pude observar la energia que se apagaba desvanecer frente a mis ojos, me apresure a detener la caida por que algo dentro de mi me decia que aun no era tiempo, lo hice, lo hicimos, era algo que ya estaba ahi esperando a ser descubierto de nuevo, el cielo parecia estarme poniendo a prueba, parecia decirme eres tu, pero tambien me decia asi tenia que suceder, antes de que tu lo supieras yo ya lo sabia.
Entonces despues de haber detenido la caida de estrellas me dispuse a jugar con las nuves, mis ojos y mis manos las movian de diferentes formas hasta que mi lado travieso y curioso dijo espera, espere a la salida del sol y ahi estaba enorme y brillante (podia intuir que sentia su calor) era demasiado grande y senti podia hacerle dano a mis hermanos si no lo alejaba un poco, ese deseo de salvar mi tierra, con los que creci y han aportado tantas energias en mi camino me hizo hacerlo, logre alejar un poco el sol sl hacerlo pude sentir y ver como se habria algo mas, una dimension que me daba alivio pero me ponia nerviosa, despues me vi preguntandome a mi misma si lo habria hecho de la forma correcta, solo me deje guiar por mis intuicion y esa loca atrevida que suelo ser.
Le he contado a mi nucleo familiar lo vivido, no han estado muy en sintonia conmigo (cegados por una barrera social) pero se que asi tiene que suceder, mientras tanto sigo en mi camino, recorriendo laberintos que me llevaran a concluir mi proposito en el libro de la vida...
No importa saber mi nombre ni de donde soy, lo que importa es que voy contigo aunque no me puedas ver se que una parte de mi logra sentirme.