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5 de octubre de 2013

La Ola misteriosa

 

            Estos días he visto en Facebook un video de una nueva ola, en algún lugar de la costa gallega, que ha dado mucho que hablar. Y esto me ha hecho recordar otra historia.
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            Estamos en 1982. Ya hace dos años que yo trabajo y vivo en Ferrol, y sigo surfeando con la tabla de Darryl.
            En ese tiempo ya existía un buen grupo de surferos en Ferrol. Poco a poco íbamos conociendo y controlando algunas playas de nuestra comarca: Doniños, San Xurxo, Ponzos, Campelo, Valdoviño, Pantín…y poco más.
            Yo volvía a disfrutar de ese mágico período en la vida de cualquier surfista que es la exploración de un nuevo territorio, época que ya viví intensamente años atrás estando en Coruña.
            Por eso, un domingo de otoño, alguien (quizás yo mismo) propuso hacer un surf trip en el fin de semana.
            El sábado, con un sol maravilloso, vientos terrales y muchas ganas de coger olas, allá nos fuimos (creo recordar) Nano Couto, Fernando Montalbo, Juan Chedas, Laly y yo. ¿A dónde? Eso forma parte del misterio, porque aunque yo nunca me he callado las olas que descubría, reconozco que ahora  hay que ser prudente con estos temas. Además de que a mí siempre me ha gustado compartir esos descubrimientos, en aquellos tiempos ni nos imaginábamos los problemas que hoy se llegan a producir con la aparición de nuevas olas, o la masificación en ciertos spots.
            El caso es que nos fuimos hasta una pequeña población costera en la que nos había llegado el rumor de que rompía una estupenda ola, desconocida para nosotros. Pero al llegar nos encontramos que ese día no entraba mar para que funcionase.
            La noche la pasamos en un hotelito junto a la playa, con hermosas vistas de toda aquella costa, desconocida totalmente para nosotros.
            A la mañana siguiente, al despertar, abrimos las ventanas para ver el mar y, para sorpresa nuestra, éste había subido durante la noche y las olas entraban por fin, pero ya el pico que buscábamos, que se veía desde la ventana, estaba pasado de oleaje.
            ¿Qué hacer? Podríamos ir a recorrer las playas, sugirió alguien. De pronto, otro de nosotros que contemplaba el paisaje desde la ventana nos señaló que, allá lejos, a unos kilómetros, se veía romper una larga ola sobre una punta de aquella desconocida costa.
            Cogimos los coches y allá fuimos. Y después de buscar un buen rato, por fin, dimos con la ola.
            Era espectacular. Rompía aquel día con un tamaño de dos a tres metros. Al llegar a aquella punta rocosa, estallaba con toda su fuerza, pero luego se transformaba en una hermosa y noble izquierda que, esquivando la punta, se abría a nuestra derecha haciendo un largo recorrido. Incluso era fácil llegar a ella, ya que por las rocas del acantilado lateral se podía descender y entrar al agua sin problemas. Después, remando para abrirse unas decenas de metros, era sencillo pasar las olas que iban entrando y llegar al pico.
            Pero coger aquella ola delante de la punta era muy difícil y peligroso –al menos, entonces así nos pareció-, ya que un fallo nos podía poner sobre las rocas, pero lo bueno es que la ola se podía coger en otro punto más avanzado de su recorrido, y surfear su larga izquierda.
            Incluso se podían observar otras olas que prometían calidad, rompiendo en unos bajos algo más alejados, aunque en esa ocasión el viento reinante las deshacía.
            Aquel día nos lo pensamos un rato pero las condiciones eran difíciles para nuestra experiencia, y más para unos surfistas como nosotros, acostumbrados únicamente a olas de playa.
            Desde entonces, durante mucho tiempo, cada vez que pasaba por la carretera cercana miraba a ver si rompía la izquierda. Lo cierto es que nunca volví a ver esa ola, ya que aparte de que fueron muy raras las ocasiones en que me acerqué hasta aquella punta, creo que necesita unas condiciones determinadas que no se dan con frecuencia. Y la verdad es que tampoco me preocupé mucho del tema.
            Me cuesta trabajo pensar que, en todo este tiempo transcurrido desde aquel día, nadie haya surfeado esa izquierda. En aquel entonces y durante muchos años no hubo locales que pudieran vigilarla constantemente. Pero hoy en día ya los hay y por eso me extraña que ese spot siga virgen –que yo sepa- todavía. Aunque me cuesta creerlo, la verdad, pero todo puede ser.   
            Un otoño de estos me tengo que pasar por aquel sitio de nuevo, aunque creo que ya no me meteré a coger esa ola misteriosa, y tan solo voy a conformarme con contemplar su larga pared rompiente.


La ola, después de romper delante de la punta de rocas pronto la esquiva y continúa su recorrido.
Tiene momentos impresionantes.
La izquierda se torna más amable y fácil, relativamente.
Sigue paralela a la costa.
La entrada al agua no es difícil desde las rocas de la derecha de la foto.
Algo más alejada vemos otra ola, aunque necesita mar más tranquila.
Los bajos forman una ola en forma de "U", pero necesita mejores condiciones, sobre todo sin viento.
Esta es la salida de derechas, muy difícil y que cierra pronto sobre las rocas, en mi opinión insurfeable.


Todas las fotos: C.Bremón

2 comentarios:

  1. Que tal Carlos!
    Siempre un placer leer estas estupendas historias que nos narras. No cabe duda de que aquellos tiempos tenian algo de mágico, no digo que fueran mejores o peores, pero esta claro que la no existencia de la tecnologia actual hacia que se actuase de otra forma y que las cosas sucediesen quizas de otra manera. Estaba haciendo memoria sobre ese año...buf, el año del Naranjito, de cuando Felipe arrasaba en las urnas y de mil cosas mas...
    ¿No has sentido la curiosidad por ir al lugar y sacar alguna foto? Es que estaba pensando en si seria perceptible algun tipo de erosión, supongo que no.
    En cualquier caso, estupendas las fotos y genial lo que nos cuentas, un abrazo!

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    1. La verdad es que cuando pienso en que era el año que se votó a Felipe González, qué lejos me parece.
      Hasta ahora no he tenido muchas ocasiones en que pensar sobre estas fotos y el sitio, pero este invierno he de volver, cuando sea el día, y haré fotos de nuevo, me has dado la idea. Un abrazo

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