Si tan solo pudiera decir una cosa de la
capital de Suecia, describirla muy brevemente, diría que me parece la más
bella e impresionante capital europea.
Cuando llegas a su centro
urbano y entras en sus áreas comerciales, cuando paseas por los canales que
rodean el Palacio Real, cuando contemplas como navegan majestuosamente los
blancos y enormes "ferrys" hacia el mar Báltico, cuando visitas sus
interesantísimos museos, cuando atraviesas sus barrios residenciales, cuando viajas en sus transportes colectivos, cuando hablas con sus habitantes, en
fin, en todo momento, te das cuenta de que estás en la capital de uno de los
países más adelantados del mundo, en una ciudad que es el exponente máximo de
una cultura refinadísima, sinónimo de gran organización, y con la conciencia colectiva de ser la sociedad que
mejor adornada está de estas cualidades, y de que forman parte de una comunidad con un grado de desarrollo y
de bienestar realmente perfectos.
El Ayuntamiento de Estocolmo. |
Al fondo, el Ayuntamiento. |
Pero no
hay nada en este mundo que pueda ostentar el calificativo de perfecto...
Un día se
presentó en el camping, rodando despacio por el acceso a la zona en donde
nosotros nos encontrábamos, un taxi, un enorme, blanco y modernísimo taxi. Estos
vehículos están dotados de una serie de adelantos, como emisora de radio,
teléfono, televisión para el cliente, etc. Era, como no, un Volvo último
modelo, ya que los suecos usan este coche en un 80%.
Su
conductor, al ver nuestra matrícula, se detuvo y se apeó. Se trataba de un
hombre de unos cincuenta y tantos años muy bien llevados, con el aspecto que
cabía esperar de un sueco de pura raza escandinava, alto, rubio, fuerte.
Pero, al
dirigirse a nosotros, nos habló en un perfecto español, con acento andaluz... ¡era de Sevilla!
"Vivo aquí desde la guerra civil española", nos contó.
"Ciertamente es un país modelo en muchos aspectos, en especial en lo
referente a previsión social, riqueza, trabajo, etc. Pero, creedme, yo sigo
echando mucho de menos mi país. Ahora veis Suecia en verano, es agradable y
bonito, pero esperad a que llegue el invierno... Aquí se pasa mucho, mucho
frío. Si pudiera, yo me iría a trabajar a España, es mi sueño. Ya sé que allí
las cosas no van del todo bien (y eso que aún no se habían celebrado las
Olimpiadas y la Expo ),
pero aquí tampoco es lo que era. Suecia, hace quince años, por ejemplo, era un
paraíso. Pero caímos en una crisis, se cambió de Gobierno pensando que eso lo
solucionaría y seguimos igual, más o menos. Y la gente, además, que es muy fría,
tanto como el clima".
El
taxista paró de hablar y nos miró con aire pícaro: "En fin, a lo que
venía, ¿no tenéis una botellita de coñac?".
Quim y Carlos, nuestro amigo suizo con el que al fin nos encotramos. Saliendo a la mar, al fondo, el ferry que va a Finlandia pasa por el lugar exacto en donde naufragó el "Vasa". |
Una de
las razones de visitar Estocolmo fue –como ya conté en un capítulo anterior- por
vernos allí con un viejo amigo de Quim, Carlos, un suizo casado con una sueca.
Contactamos con él por teléfono y al cabo de una hora nos vimos en una
de las principales terrazas del centro, en donde nos recibió con gran alegría.
Como
visita importante y principal nos aconsejó la del Museo Vasa, así como la del
Museo costumbrista, el Skansen, además de otros aspectos importantes de la
ciudad, algunos muy personales, como el famosísimo Restaurante de la Opera , del que su suegro fue
un reconocido maître cuyo prestigio se refleja en el hecho de tener, en uno de
sus comedores, su busto en bronce.
El
Skansen es un recinto al aire libre, enclavado en una colina, en el que aparte
de un zoo con muchos de los animales de la fauna escandinava, renos, alces,
osos, zorros, focas, etc. se recrean aspectos de la Suecia tradicional, sobre
todo del siglo XIX.
Me llamó profundamente la atención observar como los estilos arquitectónicos, costumbres, etc. del campesino sueco
se han reflejado en los de los colonos y campesinos norteamericanos. Como ya comenté, la sociedad escandinava ha sido una de las más influyentes en el estilo de vida USA. Constantemente se notan detalles que te recuerdan aspectos similares de los Estados Unidos. Por ejemplo, ese gusto por las cosas grandes, desde los helados gigantescos hasta los enormes monumentos pasando por los coches ostentosos, el acendrado patriotismo y el amor por su bandera, que se refleja en mostrarla izada en todas las viviendas. Y, por supuesto, el empleo de la madera como materia prima y principal en la construcción de sus casas, sobre todo en las zonas rurales, en las que las cabañas de troncos te sitúan quizás en Canadá, quizás en Montana o, simplemente, en el ambiente de una película de vaqueros.
Cabría
esperar del estilo anglosajón, en un principio, como el principal dictador de
modos y maneras de la nueva nación americana, pero hay que pensar, por lo que hemos observado, que fue Escandinavia y sus emigrantes los que aportaron los aspectos más
tradicionales y característicos del modo de ser del norteamericano.
LA CATÁSTROFE DEL "VASA"
Sin
embargo, fue la visita al Museo del "Vasa" la que sin duda dejó en mí
una huella más imborrable, diría incluso, de todo nuestro viaje.
El
"Vasa" fue un barco de guerra que en 1.625 ordenó construir el Rey
Gustavo II Adolfo de Suecia, para imponer su dominio en aguas del Báltico, que
en aquellos años se disputaban los reinos de Suecia y Polonia. Realmente, su
rivalidad nacía de estar ambos países encuadrados en los diferentes bloques que
se enfrentaban por aquellos años en toda Europa: los católicos, con los que
estaba Polonia, y los protestantes, a los que apoyaba Suecia.
"Después de Dios, el bienestar de la nación depende de su
Armada", decía el rey sueco.
Por lo
tanto y para cumplir el deseo real, se talaron más de 1.000 robles y, bajo la
dirección de un maestro de construcción naval holandés, se comenzó a trabajar
en un muelle de Estocolmo, a pocos metros de donde hoy en día está instalado el
museo que visitamos.
Dos años
más tarde se bota el casco al agua dándole el nombre de la dinastía reinante en
aquellos años en Suecia, la dinastía Vasa. Se continúan los trabajos de
arbolarlo y colocar el armamento, un total de 64 cañones de bronce. Los palos
tienen más de 50 metros
de altura, la popa se levanta del agua 19 metros , siendo la
anchura máxima de solo once metros. Los trabajos de ornamentar el casco del
buque son verdaderamente laboriosos, si se observa el resultado final. Las
esculturas y adornos que ostentaba el buque tenían como finalidad la de
impresionar al enemigo. Su construcción despierta recelos en los enemigos de
Suecia, que ven en él una terrible amenaza.
Por fin,
el 10 de agosto de 1628, el buque larga amarras y, majestuosamente, comienza a
moverse hacia la rada exterior del puerto. El tiempo es bueno y el viento
débil. En los primeros metros ha de ser arrastrado con ayuda de anclas. A bordo
hay un centenar largo de tripulantes, y también mujeres y niños. Su maniobra es
seguida desde tierra por multitud de curiosos. Sopla un ligero sudoeste, que le
incide de costado, y el capitán ordena largar cuatro de las diez velas. Se
dispara una salva de los cañones y el gran navío, lenta y tranquilamente,
comienza la que se vaticina será una larga y gloriosa página de la historia
naval.
De
pronto, una milla más allá, aún a la vista de los entusiastas ciudadanos que
han acudido a ver el principal motivo de orgullo sueco de la época, las velas
del "Vasa" reciben algo más de viento, originándose una escora que
inclina el casco a sotavento, aunque se rehace y continúa, hasta que unos
cientos de metros más adelante otro golpe de viento causa una nueva escora, que
esta vez ya es definitiva, puesto que el agua penetra a raudales por las
troneras de la fila de cañones que están más cerca de la línea de flotación, inundándose
las bodegas y provocando su hundimiento en pocos minutos.
El
"Vasa" había navegado exactamente 1.300 metros , cuando
concluyó su servicio a la corona real sueca, al irse al fondo de la bahía de
Estocolmo ante el estupor y angustia de los miles de personas que contemplaban
la escena. Unos cincuenta tripulantes se fueron con él al negro fondo de estas
frías e inhóspitas aguas.
El patrón
Matsson reveló que, días antes, probando la estabilidad del buque, ordenó a
treinta hombres que corrieran de un lado para el otro de la cubierta, estando aquel junto al muelle. A las tres vueltas tuvieron que dejarlo, ya que el
"Vasa" amenazaba con escorarse. Presente en las pruebas, el Almirante
Fleming comentó escuetamente: "¡Si estuviera aquí su majestad!".
Quizás la
primera causa hay que buscarla en la inestabilidad propia de este tipo de
buques, con numerosos cañones y mucha obra muerta. Pero resulta que además el
Rey había ordenado reducir el lastre, formado por piedras, para establecer otra
fila de cañones adicional que se enclavaban demasiado cerca de la superficie
del agua.
Todo ello
fue una mezcla explosiva. En aquella época, los constructores de buques no
efectuaban cálculos de estabilidad, y los planos se copiaban de los anteriores
barcos. Si éstos habían navegado, navegarían los siguientes también, salvo que
alguien hiciese modificaciones importantes, sin pararse mucho a pensar en las
consecuencias que aquellas tendrían en las cualidades marineras de la nave.
Y si el
temor del Almirante a contrariar a su Rey era demasiado, y se calló lo que pudo
ver en las pruebas de estabilidad, pues peor todavía.
Macabros hallazgos como éste dan testimonio palpable de lo instantáneo y violento que fue el trágico hundimiento. |
Años
después se trató de rescatar los cañones, elemento muy importante, consiguiéndose
sacar la mayoría con ayuda de una campana de buzo, avance tecnológico
importante para la época.
Y así
pasaron trescientos años. Hasta que en 1953, un investigador empezó a buscar el
sitio exacto en donde yacía el pecio. A pesar de ser una zona por la que
navegan todos los días cientos de barcos, la oscuridad típica de estas aguas no
dejaba ver su emplazamiento. Ésta es una dificultad, en estos casos, propia de
los mares nórdicos.
Demasiado velamen, mucha obra muerta, demasiados cañones...el capricho de un rey. |
Pero a la
vez, también el Báltico ofrece una ventaja en ese aspecto, y es la ausencia de
un molusco bivalvo que habita en aguas más saladas y que se come literalmente
la madera de los navíos hundidos, por lo que estos -en este mar- pueden ser
hallados casi intactos cientos, incluso miles de años después.
Por fin,
y después de que una cuestación popular permitiese, con la ayuda final de la
corona sueca, rescatar del fondo de la bahía el "Vasa", éste fue
llevado a tierra, restaurado y colocado en una zona cercana, en la que
posteriormente se construyó -alrededor de él- el edificio que lo iba a albergar
en el futuro.
Como
detalle curioso de su reflotación se puede contar que, la primera señal que se tuvo
de que había sido localizado, fue un trozo de madera extraído mediante un
pequeño artefacto con el que se estuvo sondando la zona durante varios años.
Para elevar el pecio, hubo que hacer unos laboriosos túneles submarinos por
debajo del casco, por los que se pasaron los cables que lo levantarían y
sacarían a la luz, exactamente 333 años después de la tragedia.
Hola Carlos!
ResponderEliminarUn gustazo el leer estas entradas, desde luego que nunca se me habia pasado por la cabeza visitar esta ciudad, pero ahora la acabo de anotar en esa lista de lugares a visitar, espero que en un futuro no muy lejano. Simpatica la anecdota del taxista....jeje
Es curioso y realmente una coincidencia, pero hace un par de semanas volvi a ver -no recuerdo cuantas veces han sido ya...- Master&Commander, ya sabes la peli de Russel Crowe, y ahora al ver estas fotos y leer lo que escribes intentaba imaginar como debian de ser las condiciones en esos navios. Un poco al hilo de esto recordaba haber leido en algun sitio la cantidad de castillos que teniamos en España, realmente era una cifra bastante elevada, se quejaban de lo mal y desastroso de su cuidad y de como este bien cultural permanecia abandonado, mientras que otros paises explotaban y cuidadan sus patrimonios aqui no les prestamos la mas minima atención.
Lo dicho Carlos, gracias por estas entrenidas entradas, un saludo!
Si no es la capital más bonita de Europa, de las que más. Oslo, por ejemplo, aún siendo una ciudad atractiva por sus museos, etc., ya no me gustó tanto, es diferente de Estocolmo, más vulgar (es mi opinión). Efectivamente, estoy totalmente de acuerdo con lo que dices. En Ferrol tuvimos muchos años el buque escuela (velero) anterior al JSElcano, amarrado bastante tiempo, y la opinión pública pedía que se quedase aquí como museo. Pues terminó en Glasgow y allí lo cuidan como oro en paño. Se ha vuelto a pedir que una de las fragatas Baleares se dedicase también a museo. Pues no hay dinero para mantenerla. No lo entiendo. El conjunto de las baterías de costa, desde Prioriño a A Frouxeira, que es impresionante, con la joya de la corona que es el observatorio de Monteventoso (algo así como el semáforo de Bares), se ha dejado derruir de una manera penosa. Y en A Coruña, en San Pedro, donde estaban los supercañones de costa, se ha hecho un atractivo parque. Conclusión, si en España somos así, en Ferrol somos aún peor. Lo siento, pero la realidad es contundente.
EliminarUn saludo, Fran, por cierto veo que estás eléctrico estos días poniendo entradas, ja, ja. Será por que ha empezado el mal tiempo, digo yo...