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15 de octubre de 2015

RESPETAD LA NATURALEZA, POR FAVOR, NO TENEMOS OTRA.


¿Cómo se puede manchar de esta forma la Naturaleza?
              Hace unos días dimos un paseo por uno de los parajes naturales más hermosos que existen en los alrededores de Ferrol, un bosque de especies arbóreas autóctonas que está en una colina sobre la Villa de Neda. Uno de los -cada vez más escasos- bosques, de los de verdad, sin eucaliptos. En él habitan animales de cierta envergadura, como pueden ser corzos y jabalíes. Y ardillas, buhos, zorros, porcoespines... Lo curioso es que está bastante rodeado de viviendas, aunque muchas están vacías gran parte del año, lo que proporciona la tranquilidad necesaria a estos animales para moverse por ese tupido bosque aunque, a pesar de todo, durante las horas de luz suelen estar escondidos, saliendo solo al anochecer a buscar alimento. El caso es que cada vez se acercan más a las zonas habitadas, pero no siempre son bien recibidos, como es el caso de los jabalíes.
               Resulta maravilloso pasear por entre esta masa de árboles, y no dudas en pensar que sería magnífico que siguiese conservándose tal como está.
              Pues bien, en la fotografía que acompaño se puede ver la paradójica aportación del ser humano, de la raza inteligente (el "rey" de la Creación, nos denominamos a nosotros mismos) a tanta belleza natural.
              ¿Cómo es posible? Pues ya veis... Así pude contemplar ese día como estaba una zona de ese bosque tan maravilloso...gracias al "regalo" de algunos desaprensivos,
              Lo desgraciado del caso es que este penoso espectáculo es más frecuente de lo que debería ser. A pesar de las insistentes limpiezas que suelen efectuar los Ayuntamientos en sus respectivos territorios. A pesar de la implantación, en los municipios, de los "Puntos Limpios", de los que otro día hablaremos.
                                 
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9 de octubre de 2015

La quilla de piedra

             Esta tarde tocó enfrentarse a las olas de O Vilar. Aunque era marea alta, el oleaje era de un metro y traía fuerza.
              Cuando entré al agua (3,00 p.m.), un grupo de franceses surfeaba disfrutando un montón. Como los gabachos tienen presupuesto, disponían de un dron -manejado desde tierra por un colega- que parecía sacado de un cuartel de la CIA. Ocho motores atronando sobre mi cabeza (a dos metros, ¡joder que ruido hacía!) con lucecitas rojas añadidas, se encargaban de sostener una cámara que les grabó toda la sesión, incluída alguna ola mía (era el único local en aquel momento).
              Al salir del agua, en la arena, vi una curiosa piedra, de esas que te dan ganas de llevártela para casa. Pero me conformé con sacarle una foto. Era como si alguien hubiese perdido una quilla en la playa y, con el tiempo, se hubiese transformado en piedra. ¿Verdad que lo parece? Bueno, a mí sí, por lo menos...