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4 de septiembre de 2013

Rescate de un corchero...y su corcho.

Las olas eran respetables, y más para pretender surfearlas en esa zona de rocas. El corchero está ahora detrás de esa rompiente
            Revisando un álbum de fotos me encontré con las imágenes que obtuve del rescate de un corchero en Punta del Hidalgo (Tenerife), hace unos años, y que tenía casi olvidadas.
            Habíamos ido a coger olas a un spot poco visitado, que se llama “Dos Hermanas”, un poco más allá de la Punta del Hidalgo, en el Norte de la isla de Tenerife. La Punta es una zona en la que rompen varias magníficas olas aunque, todo hay que decirlo, es desde ya hace muchos años un claro exponente de localismo a ultranza, como defensa contra una más que probable invasión por parte de la abundante colonia surfera del resto de la isla, que ambiciona correr las estupendas olas que aquí rompen.
            Volviendo ya a media tarde de “Dos Hermanas” observamos como un  helicóptero de rescate evolucionaba sobre el extremo de la punta, zona áspera y rocosa que se adentra en el mar, y en la que a veces se surfea si la marejada es suave y sin viento.
            Pero ese día no eran esas las condiciones, a pesar de lo cual dos corcheros, en mi opinión sin demasiada experiencia, se habían adentrado en las agresivas olas que rompían allí.
El rescatador, mientras desciende, divisa al chico,
que se ve en la parte inferior derecha de la fotografía
La Punta del Hidalgo. Foto Teneriffa4e.com
            El problema es que, cuando vieron que la cosa era más fuerte de lo que se esperaban, intentaron volver a entrar por los roquedales, lo que consiguió uno de los dos, pero el otro no se atrevió y no era capaz de volver a tierra, hasta el punto que su compañero pidió auxilio y alguien llamó a emergencias de Canarias, que envió un helicóptero que realizó el rescate con gran espectacularidad. Eso sí, el corchero no soltó su corcho en ningún momento y, como se ve en las fotos, corcho, corchero y rescatador “volaron” juntos hasta tierra.
            Supongo que el pobre chaval debió de pasar primero mucho miedo, pero después también tuvo que experimentar una auténtica vergüenza de verse en la necesidad de movilizar semejantes medios de socorro, por lo que es posible que haya llegado a pensar que hubiera sido mejor que lo dejasen en medio de aquellas furiosas olas, ya que con solo nadar unos escasos quinientos metros hubiese podido salir por las rocas más abrigadas del lateral de la punta. 

Una vez recogido del agua, los tres ascienden hacia la cabina, rescatador, corcho y corchero.

Al fin, pisando tierra firme.
Aunque aparentemente no sufre ningún daño, el chaval está apabullado por la tensión del rescate.
Finalizada la misión, el helicóptero vuelve a despegar rumbo a su base.

Fotos: C. Bremón

2 comentarios:

  1. Que tal Carlos!
    Bueno, afortunadamente la cosa acabo solo en un buen susto. Si no recuerdo mal el año pasado habian modificado la ley en relación a este tipo de actuaciones, estoy hablando de Galicia. Dependiendo si se consideraba una imprudencia de la persona rescatada le pasaban la factura del operativo, solo la hora de helicoptero cuesta un dineral. Si es cierto que a veces perdemos un poquito el sentido, lo malo es cuando obligas a otros a poner en riesgo sus vidas para sacarte del agua...
    Saludos!

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  2. Lo de este rescate tenía delito. Yo cuando vi la cosa, flipaba, de verdad...

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