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26 de marzo de 2014

LA BATALLA INTERMINABLE



Ha vuelto el frío esta mañana. Y también el viento mareiro implacable, que sopla sin piedad sobre los que intentamos, poco a poco, demasiado poco a poco, ir llenando aquellas bolsas con infinitos pedazos de plástico, una realidad abrumadora e inabarcable hasta la demencia.
Sujeto con ansiedad la maldita bolsa de plástico, que se retuerce y resiste a dejarse llenar de los perversos trozos de ese material que, a pesar de existir tan solo desde hace unas décadas, se han multiplicado en nuestro planeta de manera imparable, y del que miles y miles de millones de sus especímenes han escogido nuestros arenales para invadirlos despiadadamente. Espacios que, después de haber sido vírgenes durante cientos de miles de años, de pronto, tienen que compartir su mundo con un extraño invasor alienígena de infinitas formas y colores, y que ya forman irremediablemente parte de un territorio que nunca les perteneció. Y no hablemos del océano.


Este ejército ha viajado por el espacio inmenso del mar hasta llegar a esta playa, para allí colonizarla de tal forma que ya se antoja imposible reconquistar el mundo perdido. Era un largo viaje, pero lo ha hecho con paciencia infinita y con enorme determinación, tal como lo haría un invasor poderosísimo y dispuesto a ocupar otros mundos, inocentes e incapaces de rechazar tan malvada conquista.
Miro con angustia como la delicada superficie de las dunas está plagada de pedazos del maldito plástico, en donde ya se ha instalado con tal astucia que resulta casi imposible distinguirlo para condenarlo a la prisión que se merece, o sea la bolsa que como arcaico armamento esgrimo con desesperación, tal como aquellos arcos y flechas que enarbolaban con igual desesperación los indígenas ante la llegada de las espadas, o de las ametralladoras después, que ambicionaban hacerse con su mundo.
Intento engañarme y cojo un trozo aquí, otro allá, y me creo que alivio la presión insoportable del maldito plástico, pero cuando llego a la “sopa”, y soy incapaz de abarcarla porque se me escurre entre los dedos sin poder evitarlo, me doy cuenta de la fuerza real del enemigo, y de que es mucho más poderoso de lo que estimábamos.

Víctimas "colaterales"
De pronto me tropiezo con algunos cadáveres de víctimas inocentes en medio de la catástrofe: un cormorán, un frailecillo y un pez del que confieso mi ignorancia en catalogarlo. También he visto estos días muchos delfines a los que ha derrotado el terrible temporal. Aunque, de momento, otros seres se aprovechan de las circunstancias, ya que una nube de escarabajos y moscas se alimenta de los restos de estos animales.
Camino indeciso y desorientado sin saber por dónde seguir, adonde miro todo está igual, intento valorar en dónde mi penosa y humilde tarea será más beneficiosa, pero pronto me doy cuenta de que  es indiferente, de que nunca voy a ser capaz de culminar la tarea emprendida con un optimismo excesivamente ingenuo.


Al pasar cerca de las paredes de arena mordidas por el oleaje observo como afloran antiguos restos, casi arqueológicos, de cuando el plástico comenzaba a llegar poco a poco. Ésta era la avanzadilla que se presentaba tímidamente, como para engañarnos, sin avisar de que detrás de ella se desplegaba, allá en el gran espacio del universo azul, una inmensa flota invasora que viajaba inexorable para colonizar nuestros territorios.

Santi, Vicente y Lorenzo, después de la batalla. El descanso del guerrero.
En la lejanía veo otros guerreros que, como yo, luchan en solitario, con heroicidad, entre las dunas o al borde mismo de las olas, intentando destruir al enemigo confinándolo en las bolsas que esgrimen en su mano. Sus siluetas me indican su combate. Caminan examinando el suelo, se agachan e introducen la pieza cobrada en la bolsa, pero por cada enemigo abatido hay centenares que ocupan su lugar. Es una lucha sin cuartel, no hay prisioneros, no hay treguas, es vencer o morir.  El enemigo es, me doy cuenta cabal, infinito. Y mortífero.

Esta imagen es reveladora. El corcho blanco está picoteado por las aves, que ingieren los granitos de poliestireno. Una manera más de incorporarse la química a la cadena trófica. 
Porque, ¿qué pasará cuando el plástico llegue a nuestra sangre? ¿Cuando no le baste con poseer nuestro territorio y quiera también chupar nuestro aliento vital? Entrará arteramente a través de los seres más diminutos y llegará a la cadena trófica, ese será su camino hacia la victoria. Y por ahí nos derrotará inevitablemente, salvo que nuestros descendientes desarrollen una defensa ahora imprevista, que anule los efectos devastadores de la química invasora. Como pasa en la mítica “Guerra de los Mundos”. Quizás ahí logremos la victoria, y al fin nuestro terrible enemigo sea derrotado porque la Naturaleza, una vez más, sea compasiva y se alíe con nosotros.
Pero, ¿y si ella llega a saber que -sorprendentemente- detrás de esos ejércitos invasores está nuestra propia mano?







4 comentarios:

  1. Que tal Carlos!
    Desde luego que la cantidad de residuos era tremenda. No cabe duda de que habeis hecho un estupendo trabajo.
    Un saludo!

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    1. La cantidad ES tremenda, y aunque se trabajó como nunca en estas limpiezas, casi ni se nota.
      Lo que intentamos es llamar la atención sobre el problema.
      Saludos

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  2. Hola Carlos,
    te leo y me veo reflejado en tu impotencia. Es demasiado serio lo que esta pasando, pero lo mas serio de todo es que la mayoría de la gente ni siquiera se de cuenta. Añadiendo un pequeño grano a esta lucha contra un enemigo invencible he creado una iniciativa que se llama Surf ANd Clean. Con ella busco colaborar con toda la gente que como tu, esta alerta sobre este problema y con todas las asociaciones, ayuntamientos...etc que pueda.
    El mensaje que quiero transmitir es sencillo:
    "Cada vez que vayas a surfear recoge algo de la playa".
    Pienso que intentar concienciar a los surfistas será mas fácil, dado que cada dia vemos como el mar esta mas lleno de plásticos. Se trata de lanzar todos juntos el mismo mensaje...pero como hay mas de 50 millones de personas en la península ibérica hay que empezar por alguna parte...yo he elegido esta. Quería pedirte que colaborases con nosotros, por ejemplo escribiendo un artículo ayudándonos a lanzar este mensaje.
    Yo por mi parte voy a publicar con tu permiso este post en el grupo de facebook...y a suscribirme a tu blog.
    Un saludo,
    dAvid

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    Respuestas
    1. Por supuesto que en todo lo que pueda colaborar, en la medida de mis posibilidades, encantando. Porque, efectivamente, como siempre las iniciativas van a ser individuales, o de pequeños colectivos. Pero la trascendencia del problema es increiblemente seria. Y cuanto más ruido se haga, de una forma sensata e inteligente, más iremos consiguiendo que haya una conciencia de la magnitud del problema. Te ruego me pases algún dato más sobre lo que me pides y una dir de correo. Y claro que puedes hacer esa publicación y encantado de recibirte como suscriptor del blog.

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