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21 de agosto de 2014

"TEN MOITO VALOR"



Hace mucho tiempo vi una foto en una revista de surf que me sorprendió. Era una imagen muy simple, incluso se diría que muy vulgar, pero que por su significado a mí me dejó huella en el recuerdo.
La fotografía estaba tomada en Hawai, pero no se trataba de lo que todos esperamos ver en una imagen de esas islas que son la meca del surf. No, se trataba simplemente de un contenedor de basura del que asomaba una tabla de surf que alguien había desechado. Una tabla cuyo dueño, haciendo gala de mucha soberbia y de muy poca sensibilidad, había condenado a la humillación de terminar sus días felices de olas, de sesiones increíbles con tubos, reentrys y bottoms irrepetibles, en un apestoso cubo de la basura, entre cartones de leche y botellas de cerveza vacíos, huesos de pollo frito y restos de grasientas hamburguesas de un Mac Donald cualquiera.
No me sirve ni siquiera la disculpa de que la tabla se habría partido, posiblemente, por la mitad. A saber si su dueño en el colmo de un criminal sentimiento no haya partido la tabla, él mismo, para que cupiese en el cajón del contenedor. Todo un desprecio por un objeto entrañable que seguramente le proporcionó meses, incluso puede que años de satisfacciones inenarrables, de muchos baños espléndidos, sirviendo de cabalgadura a su indigno propietario.
Sin embargo, todo esto que digo ahora en el párrafo anterior, a mí no se me ocurrió pensarlo en el momento de ver aquella foto. Fui, por el contrario, mucho más pragmático porque lo que realmente se me ocurrió fue, qué nivel, qué lujo, no se molestan en arreglarla, cuando ya no les sirve la tiran directamente al contenedor.
Y luego, también, los empleados de la recogida de basura que a su vez la habrán echado, indiferentes, al fondo del camión, sin pararse a reflexionar si no se podría, aún, sacarle provecho a aquel magnífico desperdicio -si un desperdicio puede ser magnífico, aunque en este caso para mí no ofrece duda-.
Y yo he vuelto a reflexionar que si pasase por allí y viese esa triste imagen, no dudaría en rescatarla de tan lamentable final y la adoptaría como se adopta a una mascota abandonada vilmente por su antiguo dueño, aunque solo fuese para adornar la pared de mi habitación. Porque cuando a mí se me han partido tablas -lo que siempre me ha sucedido dentro del agua, como debe ser-, primero he rescatado los trozos, a veces teniendo que recorrer con angustioso empeño la orilla de la playa porque el trozo perdido no aparecía fácilmente. Y después me los he llevado a casa, con amoroso cuidado, para pensar qué se podía hacer con los restos mortales de aquel objeto que (sin duda) tantas satisfacciones me había proporcionado con total generosidad, sin esperar nada a cambio.
Pues bien, cuando contemplaba hace unos días la I Mostra de Cine de Pantín, muy bien organizada por cierto por la Asociación de surfeiros da praia de Pantín, reparé que en un contenedor cercano había una tabla que alguien había introducido con el propósito, siempre innoble como ya dejé claro líneas más arriba, de mandarla al más ignominioso final que se puede dar a una tabla de surf.
Quizás se trata de que hemos progresado tanto y que como ahora es fácil conseguir tablas en cualquier tienda de surf, no les damos el valor que se merecen, y cuando ya no nos sirven prescindimos de ellas sin la menor consideración, sin el menor respeto.
Pues, sinceramente, con todas sus desventajas prefiero lo de antes, cuando la escasez te hacía valorar con profundo sentimiento el pase a mejor vida de aquello a lo que tanto aprecio le tenías. Quizás se me objete que se trata solo de una cosa, de algo que ni siente ni padece, pero eso es porque no habéis vivido en la época en la que tener una tabla era poseer un tesoro.
La modernidad y el progreso, como se ve, no siempre es tan bueno como parece.  

1 comentario:

  1. ¡Hola Carlos!
    Por aqui andamos de nuevo, hemos estado unos dias desconectados de las tecnologias...jeje Interesante entrada y lo que planteas en ella. Tenia anotado por algun sitio una pelicula que en cierto modo gira sobre este asunto, creo que es un film japones sobre un chico que encuentra una tabla en la basura, la arregla como puede e intenta surfear, alguien me la recomendo. Volviendo al asunto principal, no se si sera un exceso y un empacho de todo el mal que nos aqueja, el otro dia sin ir mas lejos, estando en una terraza observe a un crio que literalmente destrozaba un flamante coche de juguete, el chaval lo lanzaba por los aires y le arreaba unas patadas tremendas, sus padres a escasos 10 metros no le hacian puñetero caso.
    Como bien has dicho una tabla es algo que nos proporciona horas y momentos de extrema felicidad y que desde luego no merece acabar en un contenedor.
    Un saludo y hasta la proxima.

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