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7 de septiembre de 2014

DELFINES Y PARDELAS


        Estoy flotando, sentado sobre mi tabla, en una paciente espera.
El sol ya se acerca al horizonte, su luz amarillenta nos envuelve, pero aun no es demasiado tarde para surfear las últimas olas de este anochecer de agosto. Hay mucha gente en el agua, pero sorprendentemente nadie tiene prisa por coger más olas que los demás, será quizás porque ya estamos cansados y, sobre todo, satisfechos.
De pronto, debajo de la cresta de una ola que se acerca veo una sombra oscura que se mueve, oscilante, avanzando incluso más rápido que la propia ola. Mi tranquilidad se rompe y el temor instintivo a lo desconocido hace que me eche sobre la tabla y trate de remar para apartarme, aun cuando no se de qué huyo. Al momento, y cuando la ola va a llegar a mi  altura, una cabeza enorme, lisa y brillante como el acero, rompe la superficie del agua y durante unas centésimas de segundo un ojillo redondo y minúsculo cruza una mirada conmigo mientras avanza, saltando y adelantándose a la onda a pesar de la rapidez con que ésta se mueve. Un instante después otra enorme cabeza como la anterior surge a su vez un poco más allá, y repite con exactitud milimétrica lo que ya hizo la primera. Y no más de unos segundos más tarde ambas moles desaparecen de la superficie con la misma agilidad y el mismo misterioso cuidado con que se presentaron, sin hacer ningún daño con sus enormes corpachones a los sorprendidos surfistas y sin demostrar ningún temor por nuestra masiva presencia en el agua. Y un grito unánime sale de muchas bocas: “¡¡Delfines!!”
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¿Qué surfista no ha vivido el emocionante momento de cruzarse con un delfín en el pico?
          Aparte de los cientos de relatos y reportajes que todos hemos leído acerca de anécdotas con delfines, a todos alguna vez ellos nos han sorprendido acercándose al pico en el que cogíamos olas y han imitado, con su poderoso estilo, el hecho de jugar a aprovechar la fuerza de la ola para lanzarse hacia la orilla.
Dicen los expertos en biología marina, que estos mamíferos simplemente tratan de atrapar presas para alimentarse.
Pero cuando los expertos no saben explicar las razones del comportamiento de los animales, lo suelen achacar al instinto reproductor o búsqueda de alimento.
¿Pero no hay algo más, a veces?
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En la final femenina del Pantín Classic, otros dos delfines llegaron curioseando hasta el mismo sitio en el que una australiana y una brasileña se afanaban en coger las mejores olas de que eran capaces para ganar aquella final. Pues bien, tal como se puede ver perfectamente en una foto, los dos mamíferos marinos cogieron la prioridad de una de las mejores olas que entraron y, envueltos en la onda, imitaron a aquellas dos mujeres, surfeándola hacia la playa. Por cierto, escogieron la derecha, que era la mejor ¿Buscaban alimento? Pues qué casualidad hacerlo justo en el sitio en donde se disputaba aquella reñida final, cuyo galardón por cierto se fue para Brasil.
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Siendo yo muy joven, en 1971, ocurrió en nuestras costas uno de los episodios más curiosos que se relatan en todo el mundo respecto a los delfines. Uno de estos mamíferos marinos, al que pronto los pescadores bautizaron como “Nina”, apareció un buen día por la cala de Lorbé, del Municipio de Oleiros (A Coruña), cerca de las islas de la Marola y el Marolete, un refugio de aguas tranquilas en donde se crían los mejores mejillones de Galicia, desde hace muchos años.

Nina, con un amigo. Foto de Alberto Martí
Nina empezó a ser tan conocida que pronto salió fotografiada en el periódico, y protagonizó multitud de anécdotas con las personas que asombradas de la actitud amistosa y cordial de aquel bicho, se acercaban por Lorbé a visitarla. Fue lugar de peregrinación durante más de dos meses. Yo mismo, subido en una minúscula balsa neumática, alcancé a tocar su recio lomo cuando inesperadamente surgió de las profundidades junto a mi balsa, supongo que para saludarme.
Nina despertó el interés de dos grandes expertos de aquella época, Félix Rodríguez de la Fuente y Jacques Cousteau, que visitaron, en aquel verano del 71, a Nina, en Lorbé.
Pero Nina fue muy ingenua. Creyó ciegamente en la aparente bondad del ser humano. En el fondo, es evidente, no nos conocía en todas nuestras facetas. Unos meses después, en diciembre de ese mismo año, apareció muerta. Alguien la mató a palos aprovechándose de la confianza que Nina había llegado a tener en esos seres tan expresivos y que parecían quererla mucho. Decían algunos que los pescadores se quejaban de que era muy golosa, y se alimentaba del mejor pescado que nadaba en aquellas aguas.
Casi cuarenta años después otro delfín repitió la visita a Lorbé. Esta vez era un macho, y el nombre que se le puso, Gaspar. Pasó también en la ensenada una temporadita de vacaciones.
           Es posible que la abundancia de mejillones fuera también el motivo fundamental de lo a gusto que parecían encontrarse estos animales en Lorbé. Gracias a que los pescadores de 2009 no eran los de 1971, Gaspar pudo terminar sus vacaciones en Lorbé felizmente, antes de decidir que le apetecía cambiar de aires.
Gaspar 
Y ya que hablamos de este tipo de costumbres vacacionales de algunos animales, no puedo  dejar sin mencionar a una pardela cenicienta que, cada verano durante quince años, estuvo pasando una “temporadita” en el Hotel Porto Cobo de Santa Cruz, también en Oleiros.
Pero la pardela no se conformaba con algún rincón en el tejado. El primer día que entró por un ventanal se fue directamente al mostrador de recepción, y el encargado, aunque absolutamente sorprendido como es lógico, le hizo un sitio debajo del mostrador.
Cada mañana echaba a volar y no regresaba hasta el anochecer. Se dejaba acariciar y dicen que escuchaba atentamente las historias que, algunos huéspedes, se empeñaban en contarle.
Hasta que un verano ya no volvió. Fue un poco triste, porque algunos nos dimos cuenta de que estas historias tan entrañables siempre tienen un final nostálgico, como tuvieron un principio ilusionante.

La pardela cenicienta.








2 comentarios:

  1. Hola Carlos,
    Desgraciadamente todavía persisten algunas sensibilidades propias de décadas pasadas. Desconocía la historia de Nina, gracias por contarla. En cuanto a Gaspar quiero pensar que es el mismo que estuvo por las aguas de nuestra ria hace algún tiempo, solo un par de cosillas. Por un lado la advertencia de algún buzo sobre su actitud:

    http://www.farodevigo.es/gran-vigo/2008/08/13/acoso-delfin-gaspar/250136.html

    Este video no se si corresponde a Gaspar, pero creo que si, la verdad que me da un poco de pena ciertas actitudes, ya no te digo nada como se tira la gente los trastos a la cabeza en los comentarios del mismo:

    https://www.youtube.com/watch?v=YbtnhP1q7zs

    Un saludo y hasta la proxima.

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  2. Este parece que era juguetón de más. Es una lástima porque a los afectados no les hizo ninguna gracia los problemas ocasionados por este bicho.
    Pero es curioso, porque este tipo de comportamiento no se daba en Nina, de eso estoy seguro. Es como el caso de que hay perros juguetones y hay que pararlos, y otros que son trabquilos. Pero un bicho juguetón (en el agua) que pesa 500 Kg. no es ninguna coña...

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