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8 de septiembre de 2013

NORDKAPP, Cap.2. Inicio del viaje:24 horas conduciendo

                                                 
      Quizá os preguntéis a que viene semejante locura de viaje, ya que para hacer 13.500 km. en solo 21 días hay que tener muy claras las ideas (¿ó muy confusas?).
     El año pasado, en mis vacaciones de verano en Canarias, Quim me propuso realizar un viaje que yo también tenía ganas de hacer: coger el coche e irnos por Europa, hacia el Norte. Inicialmente la idea fue la de pasar a Gran Bretaña y recorrer con calma Escocia, país que me atrae mucho.
     Pero un mes antes de hacer el viaje Quim me propuso un cambio: llegar hasta Suecia, ya que un gran amigo suyo, Carlos, un suizo casado con una ciudadana sueca, solía contarle cosas de este país, y le animó a visitarlo, por lo que a mi cuñado le tiraba más lo de Escandinavia. A mí me pareció bien, pero solo tenía una pega: "Pero Quim, eso ("eso" es Estocolmo) está a 3.500 km. Serán 7.000, quizás 8 ó 9.000 km. entre ida y vuelta".
     Yo no sabía que, al final, haríamos casi 13.500 km...
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    Aquel caluroso atardecer de primeros de Agosto de 1991, cuando entramos en la Autopista Madrid-Burgos-Hendaya, ya sabíamos que todo nuestro viaje hasta el Báltico discurriría por este tipo de carretera. En España, en comparación con diez años atrás, hay ya muchos km. de autopista ó autovía. Pero Europa se puede atravesar totalmente, en muchas direcciones, incluso parte de la Europa del Este, prácticamente sin dejar la autopista.
     El calor tan bochornoso no podía ser sino un presagio de un fuerte cambio de tiempo. Y así fue. En las primeras horas de la noche comenzó una fuerte lluvia que no cesaría hasta la mañana siguiente, entrando ya en París.
     Al volante desde Madrid venía Quim, que parecía traer hambre de conducir. Recuerdo aquella noche, en la atestada autopista  -por el tránsito de vehículos que iban o venían de vacaciones-, como una agotadora prueba para un conductor, con el pavimento mojado y resbaladizo, con fuertes reflejos de luces en el brillante asfalto y  mala visibilidad, en una autopista de márgenes estrechos, con lo que condiciona eso en ese tipo de carreteras a la hora de pisar el acelerador. Pero Quim superó todo esto gracias a su entrenamiento como piloto aficionado.
     En fin, como digo, nuestra llegada a París unas doce horas después de salir de Madrid fue todo un alivio, a pesar de que allí sí que encontramos retenciones.

     En aquella mañana húmeda y calurosa pensaba yo, inmersos en las rondas de la capital de Francia y viendo todo aquel ejército de vehículos, en la cantidad de sustancias nocivas que nuestra civilización lanza a la atmósfera. Si el "no va más" de la civilización occidental se traduce en aquel caos ecológico -por mucho que nos queramos engañar, así es- habría que empezar a replantearse muchas cosas. Y más, teniendo presente que toda Europa es una inmensa red de ciudades y carreteras en las que la densidad de tráfico es similar a la que yo estaba presenciando.
     Todos estos pensamientos adquirirían especial significado días más tarde, rodando por las inmensas soledades de la tundra escandinava.
     Al salir de París hubo que elegir entre dos posibles rutas. O bien ir directamente hacia Alemania, o bien atravesar los Países Bajos acercándonos al Mar del Norte. Decidimos meternos en la ruta del Norte, atravesar Bélgica y pasar por Holanda, ya que éste es un país ciertamente interesante. Su densidad de carreteras de primer orden y autopistas es altísima y, hasta cierto punto, fácil el perderse en esta compleja red de asfalto.

     Atravesamos fugazmente y casi sin enterarnos, la frontera de Francia a Bélgica, lo que después nos sucedería con relativa frecuencia, en especial en el área del antiguo BENELUX (Asociación de tres países, Bélgica, Holanda y Luxemburgo, creada en 1943 y que comenzó su funcionamiento en 1948, y que fue el germen de la CEE). El único motivo por el que realmente te has de detener en estos pasos fronterizos, es por los cambios de moneda lo que, ya puestos, lo juzgas incluso anacrónico en este momento. Como es inevitable el llevar algo de dinero del país por el que circulas, en dos días tuvimos que cambiar de moneda seis veces, lo que además resulta enormemente caro.

     Holanda, el país de las vacas, los molinos, los canales y las bicicletas, no se reduce lógicamente a estos tópicos. A pesar de su permanente y total horizontalidad (su altura máxima son 320 m. sobre el nivel del mar), su paisaje disfruta de un gusto por la estética que hay que agradecérselo a los holandeses, ya que ellos, como dice la famosa frase "Dios creó el Mundo y Holanda los holandeses", rellenando zonas de marisma y de mar en miles de kilómetros cuadrados, han sido capaces de obtener gran parte de su territorio.
Foto C.Bremón

     Entrados pues en Holanda a primeras horas de la tarde, después de casi 24 horas de conducción ininterrumpida por parte de Quim, éste ya iba realmente agotado, mejor dicho, íbamos los dos agotados, por lo que decidimos parar en algún Camping antes de emprender una nueva noche de viaje, lo que no nos resolvería nada y que podría ser incluso peligroso.

     Así pues, cerca de Utrech, en un precioso camping con piscina -en cuyas tibias aguas hallamos un reconfortante procedimiento para recuperarnos de la paliza viajera- plantamos la tienda, dispuestos a tomar nuestro primer descanso. Nuestra cena fue un poco escueta, más que nada por las dificultades idiomáticas de la dueña del bar para entender nuestro inglés, con gran indignación por parte de Quim que, cansado y hambriento, no estaba para coñas.
                
En una alegre y bonita calle comercial de Utrech. Foto C.Bremón
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3 comentarios:

  1. Hola Carlos!
    Estaba leyendo e intentaba imaginar las escenas que describes...jeje Ahora las cosas han cambiado, moneda única -excepto con los ingleses-, GPS, etc... No se, antes los viajes tenian algo de aventura. Me estaba acordando de un viaje hasta Almeria en los 80 para ver la jura de bandera de un amigo, ibamos 3 en un Seat 1430, hasta ahi puedo leer, el resto son historias con dos rombos...jeje
    Un saludo y gracias por compartirlo con nosotros!

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  2. Y gracias a vosotros por leerlo. Los viajes son siempre una aventura, aunque hoy en día las agencias de viaje te quitan parte de ella, ya sabes.
    Esto ya lo escribí hace más de veinte años, y estuvo durmiendo hasta que ha llegado internet y los blogs. ¡¡Algo de bueno tiene la modernidad!!
    Saludos

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  3. Hola!! tu blog está genial, me encantaria afiliarlo en mis sitios webs y por mi parte te pediría un enlace hacia mis web y asi beneficiarnos ambos con mas visitas.

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    besoss!!
    Emilia

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