Translate

14 de febrero de 2014

NORDKAPP.10 NORUEGA

          NORUEGA
Al atravesar la frontera pronto nos percatamos de que estamos en un país diferente, y no solo por que hayamos atravesado una escueta línea divisoria con un sencillo puesto fronterizo en el que ni siquiera nos detienen. Es algo curioso, en contra de lo que podría parecer, el paisaje cambia, se hace más amable, surgen pequeñas aldeas de coquetas viviendas con jardincillos muy cuidados y con lo que será una constante a partir de ahora, un inmenso mástil en cada casa, con la bandera noruega izada permanentemente. Parece como si este país, con apenas un siglo de vida, con una identidad nacional clara pero con una estabilidad como estado -hasta hace poco- muy frágil, sintiera necesidad de reafirmar constantemente dicha identidad...





Noruega es desde hace muchos siglos un país de atrevidos navegantes, que desafiaron las tenebrosidades del inmenso y tempestuoso Atlántico Norte, colonizando Islandia, Groenlandia y Terranova, cuando en la península Ibérica todavía cabalgaban los árabes por Burgos. Y eso sin mencionar el hecho -quede claro que no hago ninguna afirmación al respecto, dejo simplemente volar la imaginación- de las frecuentes aseveraciones de los indígenas sudamericanos acerca de "Viracocha", hombre barbudo y pelirrojo que los sacó de su ignorancia de salvajes de la Edad de Piedra y creó poderosos Estados, de algunos de los cuales los españoles aún tuvimos constancia en el siglo XVI...
Sin embargo, esta nación fue un preciado juguete en manos de las otras dinastías escandinavas, Dinamarca y Suecia, que se la repartieron hasta que Oscar II de Suecia, reconociendo ese fuerte nacionalismo noruego, les concedió la independencia en 1.905.
Para los suecos, sin embargo, no parece haber pasado mucho tiempo todavía, al menos el necesario para desterrar el concepto de brutos que les merecen los noruegos, del que el más curioso exponente son los numerosos chistes que, al estilo de los que de Lepe se cuentan en Andalucía, ridiculizan a sus vecinos del Oeste.
Varios datos para que nos hagamos una idea: Noruega tiene -aproximadamente- los mismos habitantes que Madrid, 4.260.000, para una extensión de más de 323.000 Km. cuadrados (incluida la superficie de las aguas interiores y, para comparar, España tiene poco más de 500.000 y con una población de más de 40 millones). Un ciudadano noruego de la ciudad de Vardo, por ejemplo, tiene que recorrer entre tres mil y tres mil quinientos kilómetros para llegar a la capital, Oslo, si  lo hace en automóvil.
Otra sorpresa agradable es la de constatar que el gasoil está en Noruega muy barato, a 56 pts. más o menos, cuando en España nos cuesta 68 pts., en Suecia la cobran a 90, y en la propia Noruega -sin embargo- la gasolina está a 115 pts el litro...



Nos detenemos a comer en una pradera a la orilla de un rio, como se supone que debe ser un río en Noruega, de aguas frías y cristalinas, que permiten ver el fondo lleno de cantos rodados y limpia arena, de vivas aguas, y en el que uno se imagina sin mucho esfuerzo cómo nadan sabrosísimos salmones...


Esta es la primera zona montañosa que atravesamos desde hace casi siete mil kilómetros. Se trata de unos lagos que, en épocas primitivas, fueron el final del fiordo de Porsangen, en cuya desembocadura está el Cabo Norte.

Después de muchos kilómetros recorriendo llanuras inmensas surgen ya altas colinas, yo casi las llamaría montañas, con hermosos lagos llenando los valles, por cuyas orillas serpentea la carretera por la que seguimos progresando en nuestro eterno -ya así nos lo parece- caminar rumbo al Norte.
Unas hermosas flores violetas que dan una nota de vivo color al paisaje, me conceden la excusa suficiente para detenernos a hacerles una foto.
Por fin llegamos a un punto importante, la  ciudad de Lakselv, cabecera del inmenso fiordo de Porsangen, por cuya orilla izquierda nos acercaremos al punto más septentrional de Europa, el Cabo Norte.
Lakselv posee un aeródromo compartido por civiles y militares, que nos acercamos a ver.
Este aeropuerto es como los que veremos con frecuencia en estas zonas: pequeño, utilitario, del cual parten constantes vuelos domésticos para acercar los tan alejados puntos de esta intrincada geografía. Constatamos que el aire es el camino usado para ir a cualquier sitio que esté a más de una hora de viaje, ya que las carreteras tienen un uso muy restringido en gran parte del año.
Reactores militares nos señalan que allí está también presente la fuerza aérea noruega, vigilando lo que parece ser un punto clave y estratégico: no olvidemos que la Unión Soviética -potencial enemigo, ya que Noruega está integrada en la OTAN- está tan solo a menos de 200 Km. en línea recta.



Cuando en el mapa vemos el indicativo de ciudad importante, ya nos vamos acostumbrando a que las cosas, en estas latitudes, no son como en el área mediterránea. Aquí una gran ciudad, no tiene por qué pasar de los quince o veinte mil habitantes, en urbes en absoluto agobiantes, con un núcleo central comercial y administrativo de apenas varias manzanas de edificios y luego otra zona residencial más amplia, de casas unifamiliares, jardines, etc.


¡Por fin, el Océano Ártico! Hemos empezado a recorrer el inmenso fiordo de Porsangen

Como queremos llegar a dormir lo más cerca posible del Cabo Norte, echamos a andar por la ruta que sigue la margen izquierda del fiordo. Aquí el paisaje ya comienza a tener el aspecto definitivo de las zonas árticas. No se ve ningún árbol, sea del tipo que sea, apenas raquíticos arbustos, una hierba espesa cubriéndolo todo, paredes rocosas con aspecto de estarse desmenuzando a ojos vista y grandes manchas blancas en los huecos umbríos de las colinas y montes, que identificamos con glaciares perpetuos, nieve acumulada que jamás se derrite. Estas manchas no están situadas a gran altura, apenas 300 ó 400 metros sobre el nivel del mar, pero allí ésto ya marca una gran diferencia.


Los terrenos bajos cercanos al mar es en donde se desarrolla la escasa vida civilizada. Las zonas altas, por el contrario, son tremendamente inhóspitas por las diferencias de temperatura que se aprecian. 

Si bien las zonas bajas por donde va la carretera, en las que están las viviendas y en donde se hace la vida normal, son algo acogedoras, en cambio las zonas altas parecen otro mundo, inhóspito y poco aceptable para el ser humano. Y ésto, insisto, a tan solo 300 metros de altitud.
El fiordo recuerda algo a las rías gallegas -en cuanto a diseño geográfico- pero a lo bestia en cuanto a dimensiones. Desde Lakselv hasta la boca de esta profunda bahía hay la friolera de alrededor de 170 kilómetros de navegación, y su anchura llega a ser de unos cincuenta.
Las escasas aldeas que se distribuyen a lo largo de sus orillas son de apenas unas cuantas viviendas diseminadas, cuyos moradores imagino que se dedicarán fundamentalmente a la pesca o cría de frutos del mar, ya que son frecuentes unos artilugios circulares, de unos veinte o treinta metros de diámetro, que sirven para engordar peces en cautividad, algo que parece que ahora se quiere aplicar en Galicia.


Viviendas aisladas en las que no podemos ni imaginarnos como será la vida en pleno invierno

Por fin llegamos al camping, cerca de Oderfjord, otra aldea como las descritas. Allí, dos amables mujeres, en aceptable inglés, nos asignan una acogedora cabaña.
Descubrimos, entre sus instalaciones, un pequeño recinto con tres inmensas lavadoras, con las que nos terminamos peleando para conseguir un lavado de nuestra ropa sucia.
Al cabo de un rato llega un autobús de turistas, que resultan ser españoles, lo cual no constituye sin embargo una sorpresa para nosotros, ya que esperábamos encontrarnos con esta expedición un día u otro. Quim conocía, por amigos de Tenerife, la salida a primeros de Agosto de un viaje en bus desde Madrid para hacer un recorrido muy similar al nuestro, en especial en Escandinavia, y por las fechas sabíamos que en algún momento los encontraríamos.
El clima es bueno, lo que permite que muchos de ellos saquen las tiendas de campaña que la propia agencia les alquila para acampar en ruta.
Realmente se nota la influencia de la cercanía del mar, ya que -aparte de una bonanza de la que vamos a tener la suerte de disfrutar estos días- la temperatura apenas baja de los 15 grados, incluso en la corta noche de tan solo tres horas de duración. Tres horas a mediados de Agosto, ya que a primeros de Julio no se pone el sol en las veinticuatro horas del día.
A eso de las once decidimos dormir, para lo que es inevitable hacer uso de las herméticas contraventanas que posee la cabaña y, a pesar de la luz que presentimos que reina en el exterior, nos dormimos sin dificultad.


Para situarnos, estamos empezando a recorrer el enorme fiordo que desemboca a la derecha del Nordkapp. Noruega no tendría razón de ser como país, sino fuera por la posibilidad de vivir al borde del mar, gracias a las temperaturas que tiene el agua debido a la influencia de la corriente del golfo, que llega hasta ahí. Son muy frecuentes viviendas aisladas en la costa, que solo se comunican por mar con los pequeños centros urbanos.

2 comentarios:

  1. Que tal Carlos!
    Siempre aprendo algo nuevo con estas estupendas entradas que nos regalas. Estaba pensando que menudo tute le metisteis al coche, desde luego que se porto y de que manera, ya os podia haber patrocinado la marca...jeje
    Al ver ese mapa de Noruega me estaba acordando de alguna peli de la segunda guerra mundial y del movimiento que hubo por ahi arriba.
    Buen finde!

    ResponderEliminar
  2. Pues desde luego, yo también lo he pensdo muchas veces, creo que es una magnífica publicidad para la marca Mitsubishi, porque el coche se comportó extraordinariamente bien en todos los sentidos.
    En cuanto al tema bélico, más delante verás algún capítulo, concretamente el relacionado con la ciudad de Narvik, en donde relato unos episodios que allí sucedieron.

    ResponderEliminar