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29 de septiembre de 2015

ARMA LETAL, ¡CUIDADO!



Mi querido amigo, colega en varias aficiones y vecino de blog, Jesús Busto, ha dado en el clavo en sus consideraciones acerca de un tema que, personalmente, también siempre me ha chocado: ¿por qué el nose de las tablas es puntiagudo? (pero que muy puntiagudo, en ocasiones)
Cuando uno se sube por vez primera a una tabla es fácil justificar esa forma que nos precede en el agua. Es muy bonita y parece que corta el agua mejor.
La proa de las embarcaciones siempre ha sido más o menos así, desde que existen.
Pero el funcionamiento de una tabla de surf es otra cosa. El nose (la proa de las tablas de surf) en la práctica, nunca le toca romper el agua. Remando sobre ella, sobresale ligeramente de la superficie. Cuando cogemos la ola, se eleva aun más en el aire. Y cuando aterriza tras el take off, la propia presión de la panza de la tabla, le impide tocar el agua.
Dicho esto, ¿que tiene de negativo?: mucho. Es un arma peligrosa contra el surfer que la maneja.
Habla Jesús de un caso lamentable en el que un surfista se quedó con un globo ocular en su mano, tras un golpe contra la punta. Pero es que hay más casos, en concreto el de un surfista vasco afincado en Tenerife desde hace muchos años, que recuerdo que me impresionó lo que me contaron que le había sucedido, cuando en una maniobra de tres 60, en la que colocó la tabla vertical durante el giro, ésta se escapó de sus pies clavándosele en el ojo y provocando el mismo accidente que Jesús describe en su blog. A este surfista, por cierto, lo podemos ver en una entrevista de la película "Mi primera ola", que tan exitosamente se ha estrenado en Galicia hace un par de meses.
Pero también he presenciado accidentes menores, como el de otro surfer, éste ferrolano, que en una ocasión se clavó la punta en plena cara, causándole un agujero que le traspasó totalmente hasta el interior de la cavidad bucal.
Y otro local de Valdoviño que luce, tal que herida de guerra, otra cicatriz en plena cara por la misma causa.
Y yo mismo, tengo un pequeño recuerdo cerca de mi ojo izquierdo provocado en una ocasión en que saqué la cabeza del agua, después de una caída, demasiado pronto. Y reconozco que tuve suerte y, de momento, la voy teniendo (toco madera).
No hace mucho hablé en este blog de las lesiones en el surf y mencioné otra arma letal que llevan las tablas, y son las quillas, especialmente las recién fabricadas. Su canto interior, lijado extremadamente, corta como una navaja bien afilada y aquí ya son múltiples los accidentes de los que soy testigo.
¿Qué nos queda, pues, dejar el surf, o comportarnos como héroes sin que nos afecten estos "peligros"?
En absoluto. Lo de las quillas ya daba yo una fácil solución en mi entrada del blog. Simplemente pasarle una lija media por el canto y hacer en dos minutos la tarea que suele llevar meses si no le hacemos esto: quitarle a la quilla su filo peligroso. Pasas la mano y enseguida notas si ya ha perdido ese canto cortante. Y la quilla no pierde nada de sus cualidades, ya que estamos hablando de menos de medio milímetro, como anchura suficiente para que no sea peligrosa.
En cuanto al nose, como no te vas a condicionar por él si ves una tabla que te gusta, es simplemente utilizar una protección de goma, que lo vuele inofensivo, aunque estas protecciones solo valen para puntas afiladas, y resulta que las no lo están tanto, siguen ofreciendo peligro. Son como la que enseña Jesús en su blog, una punta media.
Y sucede además que a muchos jóvenes surfistas les parece de "mariquitas" llevar esta protección. Cosas de la juventud, qué le vamos a hacer.
Lástima, porque un simple recorte de unos milímetros hubiese bastado para redondearla. Pero los fabricantes saben que, a los clientes potenciales, les gusta la estética de las tablas puntiagudas, aunque solo sirvan para partirte la cara, en el mejor de los casos en que te des contra ella.
Y, en mi caso, no me critiquéis cuando veais el nose que yo me gasto...

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