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18 de septiembre de 2015

EL TORO DE LA VEGA

Foto Pag Web Occupyforanimals
          Estoy estupefacto que todo un ministro de España (el de Justicia, además) sea capaz de decir públicamente, para justificar la polémica del “Toro de la Vega”, que “responde a una tradición cultural” ¿Se tratará de alguna retorcida estrategia para potenciar “la marca España”?
Hoy leía en algún sitio que para compensar el daño que está causando esta fiesta de ese pueblo de Valladolid en nuestro prestigio internacional, necesitaríamos diez premios nobel. Quizás sea algo exagerado. O quizás no.
Vamos a ver: tradición, reconozco que sí que lo es. Ha sido el argumento más esgrimido por los habitantes de Tordesillas a los que se ha entrevistado. Cinco siglos. Gran tradición, sí señor.
Pero hace quinientos años el mundo, la sociedad, eran muy diferentes a lo que es hoy en día. De hecho parece ser que en aquellos tiempos otra de las “divertidas” actividades era la de despeñar ganado vacuno al río. Menos mal que esa “tradición” parece que se ha perdido...

Foto Pacma Handou
La evolución del ser humano nos ha llevado a comprender que los animales, esos compañeros de viaje que tenemos en nuestro paso por la vida, se merecen un trato mucho más digno del que les hemos dado hasta ahora. Son seres que sufren, no solo físicamente, sino también anímicamente. Tienen sentimientos de cariño, sumisión, odio..., de eso no cabe la menor duda. Si se sienten bajo nuestra tutela son fieles hasta la muerte, y no dudan en dar su vida si es necesario por sus amos, ya que para ellos somos algo así como sus protectores, sus padres, los jefes de la manada. Así es como piensan los animales de nosotros, ya que esa es su lógica aunque sea muy elemental. Y por ello confían ciegamente en nosotros y tenemos la obligación de tratarlos con la dignidad que se merecen como seres que están a nuestro cargo.
Por otra parte están los animales salvajes, sin relación con el ser humano más que como un habitante más de este planeta -con todas las consecuencias que esto significa-, que tienen el derecho a ser respetados, en especial si no nos causan ningún perjuicio, o si no son vitalmente necesarios para nuestra alimentación y subsistencia. Y no nos olvidemos de que esto último puede ser en ambas direcciones. Nosotros nos vamos a defender en ese caso, como es lógico, y ellos, como no, también.
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Somos (?) los reyes de la Creación, pero eso comporta derechos y obligaciones, y una de ellas es la de cuidar del legado de la Naturaleza; una de sus joyas por ejemplo, los animales. Matarlos cruelmente por diversión no parece la mejor manera de cumplir con esas obligaciones, ¿verdad?

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        Hace muchos años tuve la suerte de ver un documental en el cine titulado “Mondo cane” (Perro mundo). En aquella época, en la que no existía You Tube (lo juro) ver un documental como éste era una rareza (creo que fue el primero en formato de largometraje) y nos impresionó muchísimo, ya que en él se trataban diversos temas que, especialmente a las personas de la civilización occidental, nos chocaban bastante. Extrañas costumbres, ritos ancestrales muy curiosos y, por supuesto, secuencias muy duras acerca de la relación del hombre con los animales. Y a eso me voy a referir, ya que creo que fue la primera vez que tuve conciencia de lo que podía significar el maltrato a un animal.
La película comienza ya con una de las secuencias más espeluznantes. Es corta, apenas dura un minuto. Un perro pequeño, de pelaje blanco y negro, con aspecto de no ser muy capaz de defenderse, es arrastrado por una correa a lo largo del pasillo de una perrera en la que una jauría de perros ladran enfurecidos... y hambrientos. El pobre  chucho se retuerce, se resiste, presiente que se dirige al corredor de la muerte y que la decena de perros que esperan al otro lado de la verja quieren descuartizarlo. Su instinto está suficientemente desarrollado para intuir ese peligro inminente. Suena una voz que nos advierte que “las escenas que verán en esta película son verídicas” y que “si son a menudo impactantes, es porque existen muchísimas cosas impactantes en la Tierra”. El hombre abre la jaula y mete al perro a patadas, y la jauría se lanza sobre él. La imagen desaparece de la pantalla con un fundido a negro.
¿Tradición cultural, también?




1 comentario:

  1. Hola Carlos,
    Asunto triste la verdad. Aunque desgraciadamente todavía hay quien defienda estas barbaridades creo que poco a poco (y en esto internet está jugando un papel importante) nos vamos concienciando de que hay que poner punto final de una vez y para siempre. De unos años a esta parte cada vez es mayor el clamor en contra de esta carnicería, ojala pronto todo esto solo forme parte de nuestra historia más negra.
    Un saludo!

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